América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

114 Sin embargo, no hay que olvidar los eventuales efectos que la crisis mexicana podría imponer en la ruta de los programas de estabilización de América Latina; lo que tal vez implique algunas fricciones con Washington, así como con otras naciones industrializadas. De la misma manera, el proceso de profundización de la unión aduanera del Mercosur y de la integración regional de una forma más amplia, a pesar de en– contrarse en una fase marcadamente expansiva, podría verse afectada por priori– dades de políticas democráticas. La expectativa, no obstante, es de que Brasil permanezca en el camino de la integración, procurando ampliar su mira respecto a perfeccionar y profundizar los mecanismos de cooperación regional. En lo que se refiere a la OMe la designación del ex canciller Celso Lafer como representante de Brasil, además de constituir un acto de deferencia del actual gobierno, tiene un significado político importante. La presencia de un «no diplomático» en el puesto con un buen y reconocido tránsito en el medio empre– sarial, refuerza la comunicación entre ese sector del país y el medio diplomático, en un momento en que Brasil enfrenta el desafío de desarrollar una estrategia económica externa que compatib~líce su vocación industrialista con las nuevas reglas de juego del sistema de comercio internacional. En lo que se refiere a los lazos de Brasil con los llamados países continentales (Rusia, India y China), las previsiones son de mayor aproximación, basadas en la creencia de que las similitudes de Brasil con esos países los convierten en socios privilegiados en una economía global izada. Finalmente, dos son las expectativas respecto a la actuación de Brasil en Na– ciones Unidas a partir de 1995. Por un lado, se espera que el país se empeñe en la búsqueda de un lugar permanente en el Consejo de Seguridad. Mientras persista la dificultad de asegurar con pares reales y/o potenciales una actuación conjunta a favor de la candidatura brasileña, las posibilidades de éxito disminuyen. Por otro, se espera que refuerce la propuesta de la agenda para el desarrollo. Se pre– sume que una de las condiciones para el éxito de esta agenda es, justamente, la adecuación de la agenda para la paz. Entiéndase por adecuamiento no la absor– ción de una tesis por la otra, sino la combinación de ambas, de forma de evitar que las naciones más desarrolladas terminen por priorizar la agenda para la paz en vez de la para el desarrollo. En este sentido, Brasil procurará promover una discusión menos ortodoxa del concepto de seguridad, de manera de tener como • uno de sus componentes básicos el desarrollo social. . I

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