América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

110 nación norteamericana, tanto en el plano interestatal como intersocial (Hirst & Lima, 1994). Al mismo tiempo, las nuevas circunstancias del contexto interameri– cano, marcado por un proceso de creciente convergencia ideológica entre países de América Latina y el gobierno norteamericano -en especial México, Argentina y Chile-, habían indirectamente reforzado la imagen de Brasil como un país pro– blemático dentro de la región. En esa perspectiva, se generó en los últimos años una dinámica trilateral entre Argentina, Brasil y Estados Unidos que terminó refor– zando una postura defensiva por parte del gobierno brasileño. En este cuadro, durante la etapa inicial del gobierno de Itamar Franco se ob– servó una exacerbación de la agenda negativa entre Brasilia y Washington. En primer lugar, se debe mencionar la politización del trámite parlamentario de la ley de propiedad intelectual, vinculada a la utilización de una diplomacia coerci– tiva por parte de la administración norteamericana. A ella se sumó una señal crecientemente prejuiciosa en relación a Brasil por parte de diferentes grupos de interés en Estados Unidos (organizaciones no gubernamentales, representantes en el Congreso, académicos), involucrados principalmente en temas como el me– dio ambiente y derechos humanos. El hecho de que el gobierno de Clinton haya atribuido particular importancia al temario político de su agenda latinoameri"cana también pasó a ser una fuente de tensión en las relaciones entre Washington y Brasilia, principalmente en la etapa de preparación de la agenda de la Cumbre Hemisférica, realizada en Miami en diciembre de 1994. Este panorama, sin embargo, comenzó a ser revertido a partir de las primeras señales de éxito emitidas por el plan de estabilización de la economía, gradual– mente implementado por el gobierno de Itamar Franco. Quedó claro entonces que, a pesar de la preocupación manifestada por la administración Clinton res– pecto al tema de la democracia, las relaciones con los países de la región depen– dían más de sus opciones económicas que de sus vocaciones políticas. Del lado brasileño se procuró, a partir de la formulación e implementación de la nueva política, transformar el plan en un instrumento de credibilidad frente a los países industrializados, en especial Estados Unidos. Las muestras de que Bra– sil "finalmente» daba inicio a su proceso de estabilización, favorecían la decisión de las autoridades norteamericanas de suspender las investigaciones respecto a la propiedad intelectual y la conclusión de un Plan Brady con los acreedores priva– dos estadounidenses. De hecho, el gobierno de Itamar Franco logró desdramatizar las relaciones entre .

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