América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

102 la tramitación de la ley de propiedad intclectual- se esbozaron dos posiciones ex– tremas. La primera, que la convergencia con Washington constituía el camino para la recuperación de la credibilidad internacional de Brasil; la segunda, que el distan– ciamiento de Washington aseguraba a Brasil un espacio de maniobra en el sistema internacional necesario para la defensa de los intereses nacionales. Estas opciones, de significado tan distinto, tenían en común la percepción de que Brasil se encon– traba en una posición particularmente vulnerable en el sistema internacional. Es en este cuadro en el que, tras el alejamiento de Collor de Mello del gobier– no en octubre de 1992, se inicia el gobierno de Itamar Franco. En medio de un debate interno sobre la estrategia de inserción internacional del país, el nuevo gobernante propuso una política exterior «volcada para el desarrollo del país, para la afirmación de valores democráticos y de sentido universalista (...). Una política exterior sin otros compuestos que no fueran aquellos (. ..) ligados a la ética y a los intereses del pueblo brasileño». Es decir, una política cuya ausencia de categorización o rótulos revelaba una diferenciación respecto a políticas anteriores y, al mismo tiempo, la intención de no generar nuevas expectativas. Esto significaba que posibles fallas no deberían despertar nuevas ondas de crítica o desilusión. Se trataba también de anunciar mayor predisposición para absorber las diferencias que venían manifestándose en la Casa de Rio Branco en nombre de la unidad corporativa. Ésta tenía a su favor la recuperación de las reglas del juego, simbolizada en la elección de un represen– tante destacado de la diplomacia del país para asumir el comando del Palacio de Itamaraty. LAS CONDICIONES DOMÉSTICAS La inauguración del gobierno de Itamar Franco se produjo en un contexto doméstico e internacional notablemente desfavorable para Brasil. El nuevo go– bierno atravesó 1993 tratando de superar las secuelas dejadas por el trauma polí– tico del período 1990-1992, y, simultáneamente, buscando una puerta de salida para la prolongada crisis económica del país. Al desgaste causado por una situa– ción de crónico desequilibrio, marcado por un proceso inflacionario desmedido, se sumaba una agenda política cargada, en la que la coalición entre el Ejecutivo y el Legislativo se había vuelto una constante. A diferencia de Collor de Mello, quien llegó al poder por el voto directo de la mayoría de la población, Itamar

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=