América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
101 las opciones políticas del país, contribuirían a que emergieran silenciosas contro– versias al interior de la propia corporación diplomática. A partir de entonces, se observó un proceso de pérdida del paradigma o mo– delo, que si bien no cuestionó la capacidad profesional de la diplomacia brasile– ña, significó un cambio importante en el ámbito burocrático civil de mayor soli– dez del Estado brasileño (Lima, op. cit, Batista, 1993). Se rompió la noción consagrada de que continuidad y consenso constituían aspectos inviolables de la política internacional del país. Además, se hizo más difícil presentar el consenso como algo dado y no como resultado de un proceso continuo de negociación, limitándose, en cierta medida, la relativa autonomía seguida por la política exterior del país. Estos atributos habían asegurado conti– nuidad y coherencia a las políticas más importantes. Habiendo resistido el cambio de régimen político de Brasil en 1985, por prime– ra vez -desde mediados de los años setenta-, la política exterior fue «desencapsu– lada», y debió ampl iar sus condiciones de transparencia y accountability. Al mismo tiempo, la agenda prácticamente ya no era el resultado de la voluntad del Estado, sino que también incluía cuestiones suscitadas al interior de la sociedad. Tanto dentro como fuera del Ministerio de Relaciones Exteriores se cuestionó la esencia estatal de la política exterior, teniendo en vista la necesidad de ampliar sus bases domésticas de apoyo. Paradojalmente, el hecho de que Itamaraty haya creado como recurso organizativo un conjunto de especializaciones diplomáti– cas lo expuso más a las presiones de intereses diferenciados, que pasaron a mani– festarse con mayor incidencia a partir del proceso de consolidación de la demo– cracia. En este cuadro, la politización anteriormente mencionada llegó al ámbito diplomático y llevó a establecer una diferenciación entre posturas más próximas a los ideales neodesarrollistas y, consecuentemente, nacionalistas, y posturas más sintonizadas con el neoliberalismo, con un sentido más cosmopolita. Identificada con grupos, partidos e intereses internos, esta división pasó a de– finirse en función de una temática central: el patrón de relacionamiento con Esta– dos Unidos. Inmersa en las diferentes cuestiones de la agenda externa brasileña– ya sea medio ambiente, tecnología sensible, integración regional y hasta relacio– nes con Argentina-, esta problemática se transformó en el elemento de (des)orientación del debate instalado dentro de la corporación diplomática a par– tir del fin del gobierno de Collor. En un momento de particular politización en el medio parlamentario-debido a
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