Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida

Es necesario considerar que para una teoría de la de– cisión ética no es irrelevante la atmósfera del grupo de tra– bajo y lo que se conoce como su dinámica, esto es, el con– junto de fuerzas sociales y personales que se movilizan en la exposición y la confrontación. Todo lo que se sabe del pequeño grupo, del fenómeno del liderazgo, de las tensio– nes entre sus miembros es, mutatis mutandis, lo que puede encontrarse en un comité de ética clínica o en una comi– sión de evaluación de la investigación científica. Asimis– mo,la versación diferente de sus miembros es, en el comi– té, una fuente de diversidad que puede tomarse debilidad o fortaleza según la experiencia de quienes conducen o la naturaleza del entorno institucional. El papel del senti– miento, de la razón, del argumento, son en sí problemas a debatir en todas las fases del encuentro y justifican una amplia flexibilidad en cometidos y organización. La prác– tica bioética exige especiales habilidades interpersonales, que se ponen a prueba en la mediación que supone el tra– bajo mancomunado. Mediación entre personas, entre pro– fesiones, entre instituciones, entre intereses. Entre las funciones de un comité dedicado a la ética clínica o de la investigación, cabe señalar en primer térmi– no la educación, que debe partir por la autoeducación. Ésta es primordial, especialmente porque los miembros del co– mité deben encontrar un campo de expresión consensual que se logra mediante lenguaje común y conocimientos compartidos. La conciencia de pertenecer a una institu– ción deseada e importante en el hospital o el instituto de– biera estimular el convencimiento de que es necesario ex– plorar los confines del propio trabajo en forma permanente y crítica. La educación del resto de los miembros puede seguirse naturalmente de ello. 79

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