Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
algún experto, pero la definición de "salud mental" no será nunca exclusivamente operacional. Parece razonable con– cluir que ambos tipos de "objeto científico" (esto es, cons– truido por un "discurso científico"), aunque parecen tener semejantes funciones (entre otras, permitir la formulación de preguntas e hipótesis), tienen una composición dife– rente y admiten formas distintas de evidencia sensorial y valórica. La psiquiatría, como disciplina médica abocada al es– tudio del trastorno de la conducta, la vivencia y la cogni– ción, al hacerse social y tomar en consideración las relacio– nes entre personas, amplía el ámbito de sus preocupaciones hasta abarcar toda forma de bienestar y sus trastornos. La salud mental desborda a la psiquiatría en multitud de frentes, especialmente porque -al igual que la salud sin adjetivos- es sensación subjetiva, ritual social y silencio orgánico en forma simultánea. Algunos indican que es absurdo segregada del bienestar general. A la bioética llega el tema de la salud mental desde muchos ángulos: como derecho a tener los medios y re– cursos para adquirirla y preservarla, como asunto de ca– pacidad individual de juicio, como formas de menosca– bo reversible, discapacidad rehabilitable o minusvalía compensable, como necesidad de contrastar los deseos del individuo con las exigencias de la comunidad. Las relaciones con la ley son estrechas, pues el tema de la imputabilidad y la capacidad de juicio es uno de los más centrales en las relaciones de la medicina con el derecho. A lo largo de los muchos años de construcción y desconstrucción de disciplinas abocadas a lo psicológico, siempre se asiste al carácter único de sus trastornos, que privan a las personas de lo más esencial de su condición 70
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