Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
Mas la muerte se impone en el discurso bioético tam– bién en otros ámbitos. Bajo el epígrafe de "bioética paliati– va" puede englobarse todo lo relativo al cuidado de los moribundos, desde los derechos que les asisten hasta las complejas decisiones sobre eutanasia, activa y pasiva, sui– cidio asistido, medidas extraordinarias para salvar y con– servar la vida, entre muchas otras. En años recientes ha co– brado difusión amplia la tesis de la disponibilidad de la propia muerte. Disponer de la propia muerte significa dar– le una apariencia acorde con lo que uno cree ser o una dig– nidad correlativa a su valor. Hay quienes aseguran que el derecho a la muerte (propia) es constitutivo del ser persona humana y que preferir morir a vivir mal puede ser elección justa en muchos casos. Lamentablemente, el término euta– nasia, que significa bien morir, nos llega contaminado por lastres racistas y crueles, pero en esencia traduce un estado de plenitud y acuerdo consigo mismo que permite conside– rar a la muerte como un pasaje obligado de la condición humana. Francis Bacon distinguía entre la eutanasia inte– rior -la disposición al bien morir- y una exterior -las circunstancias de la muerte biológica. Hoy día suele reco– nocerse que los médicos no están siempre preparados para ver morir a sus pacientes y que experimentan como derrota --suya y de sus técnicas- toda muerte, aun la inevitable. Los hipocráticos pensaban que cuando había hablado la "ne– cesidad" (anankhé) el médico debía abstenerse de actuar, pos– tura que contrasta con el furor therapeuticus o el ensañamien– to desesperado con que se intenta salvar vidas a toda costa y a cualquier costo. En algunos casos, pacientes terminales so– licitan de sus médicos que les alivien de sus padecimientos mediante la muerte, y en algunas legislaciones existen des– cargos para aquellos profesionales que en alguna forma ayu- 67
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