Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
características de adaptación. La obvia extensión a la es– pecie humana, que técnicamente no es inconcebible, ha despertado admiración y temor. La respuesta oficial ha sido solicitar una moratoria en los experimentos que podrían conducir a ello y limitar los fondos para tales investigacio– nes, pero ciertamente la verdadera respuesta social debie– ra consistir en un aumento de la conciencia general del problema. La primera pregunta, aparentemente trivial, es saber en qué consiste realmente el problema. El tema de la muerte No sólo el comienzo de la vida plantea dilemas bioéticos. También su término. Típicamente, al examinar los oríge– nes -siempre graduales y siempre imprecisos- de cual- . guier discurso científico se observan las discrepancias que . le originan. Yen el caso de la muerte humana, la reflexión de todas las épocas se ha detenido en ella como en la cons– tante antropológica de mayor trascendencia. Historiar sus inflexiones y sus énfasis es la mejor introducción a graves dilemas bioéticos. Uno de los más conspicuos de tales dilemas, desde el punto de vista del avance técnico, se debió a la posibilidad de trasplantar órganos vitales como el corazón o el hígado y a la perspectiva de que otros, como el cerebro, pudieran ser objeto de exploración. Una técnica salvadora de vidas -la cirugía del trasplante cardíaco---- contiene una peculiar ambigüedad: el órgano a trasplantar debe estar "vivo" pero su poseedor "muerto". En otras palabras, ha de existir un cadáver, pero no totalmente cadavérico. La pregunta clave es, entre otras también fundamentales, "cuándo" ha muer– to alguien. Si al cesar la respiración, si acaso al detenerse el 65
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