Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
cretas. No siempre precisan ser obedecidas imparcialmente y no constituyen, al quedar incumplidas, motivo de castigo o sanción legal. Se trata de un "máximo" moral deseable. La tradición médica occidental, especialmente desde la introducción del cristianismo, ha asignado a ciertos pa– peles sociales, corno el del médico, la obligación de la be– neficencia. De hecho, algunos oficios, que exigen especial "vocación", son oficios "éticos" por involucrar una forma de ejercicio particularmente vinculada al bien público. En el caso de la medicina, ella se traduce en buscar el bien del que sufre, sea quien fuere y en cualquier circunstancia. Esta beneficencia, en el ejercicio de la medicina, se ha acompa– ñado históricamente de una restricción de la autonomía de las personas cuando caen enfermas. Uno de los carac– teres del "estar enfermo" corno papel (rol) sociaF es la de– pendencia y la necesidad de buscar ayuda competente. El enfermo queda relevado transitoriamente de sus obliga– ciones sociales, mas se espera que haga todo lo posible por sanar. Entre otras acciones, se espera que se confíe a profesionales competentes. Se llama paternalismo a la bene– ficencia sin autonomía, y ha caracterizado a la medicina oc– cidental desde los escritos hipocráticos. Obsérvese que si bien se asocia esta palabra a intervenciones médicas auto– ritarias, existe una forma de "patemalismo pasivo" que consiste en no hacer lo que desea un enfermo para "prote– gerlo de sí mismo" . A veces, los principios de autonomía y beneficencia entran en conflicto. La forma de resolver los dilemas, corno indicarnos antes, no procede de los princi- 2 El concepto de "papel de enfermo" (sick role) se debe al sociólogo estadounidense Talcott Parsons. En su formulación práctica estaba cons– tituido por "obligaciones" y "derechos". 55
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