Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida

En Heidelberg, Alemania, la obra de grandes pione– ros culminó en el trabajo de Viktor von Weizsacker, cuya meta era lograr una antropología médica, una integración global de saber y hacer de la que no estuvieran ausentes la vida espiritual, la religión, la política y la vida social en general. Los temas que esa antropología debía abordar anticiparon muchos de los que más tarde constituirían el discurso bioético. El momento histórico fue especialmen– te significativo por la emergencia del totalitarismo nacionalsocialista, el colapso de las instituciones, la derro– ta en la guerra y el enjuiciamiento de los transgresores. Muchos de los escritos de la época, especialmente revela– dores del espíritu de la profesión médica y la reflexión fi– losófica bajo circunstancias políticas especiales, esperan aún una relectura matizada por los desarrollos ulteriores. Es poco frecuente encontrar asociada la historia del movimiento bioético estadounidense a la del movimiento psicosomático. En realidad, en sus versiones europeas, éste se orientó siempre en dirección a una 11 antropología", en– tendida como concepción integral de lo humano. Para el estudioso actual, sin embargo, aun cuando una tradición no aludiera explícitamente a lo humano, es posible poner en evidencia un l/modelo de hombre" (y de mujer) que le sustenta y da razón de sus orientaciones. Ésta podría ser llamada la l/antropología implícita" de una disciplina, de una época, de una tradición. Su estudio y des-cubrimien– to es posible y necesario. Aclaran, en realidad, muchos as– pectos que podrían ser motivo de apresurado prejuicio, descalificación e ignorancia de parte de personas forma– das en otros contextos. Hay que observar que el"modelo antropológico" se aplica tanto a quienes juegan el papel de l/pacientes" o "clientes" de un sistema de salud, a los 25

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