Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
prestigiosa institución de investigación estadounidense, el National Institute of Health (NIH), estableció comisiones de evaluación de los procedimientos empleados en los es– tudios con sujetos humanos financiados con recursos del gobierno. Puede decirse que en la actualidad existen re– gulaciones en casi todos los centros de investigación acre– ditados. Sin embargo, ellas distan de resolver definitiva– mente los problemas que plantea la necesidad, por una parte, de investigar en individuos humanos con el control riguroso que exige la metódica científica, por otra. Una de las exigencias de los métodos de inferencia empleados en la estadística es la libre intervención del azar y la no conta– minación de los resultados con expectativas o preconceptos individuales. Naturalmente hay contradictorias exigencias de difícil armonización práctica que exigen una perma– nente reflexión. El caso Barnard El primer trasplante cardíaco se realizó, como es sabido, en Sudáfrica, y el cirujano Christian Barnard se convirtió en estrella de la televisión y del mundo glamoroso de los privilegiados por la fama y la fortuna. Había ya tradición en trasplantes de riñones, pero el corazón era, decidida– mente, algo más espectacular. También más problemático. Un riñón puede extraerse de un cadáver, es decir, de alguien que bajo cualquier con– cepto está muerto. Mas un corazón, para ser trasplantado, debe removerse de un cuerpo que está en un paradójico estado de muerto-vivo. Debe haber muerto civilmente, cerebralmente ser irrecuperable para la vida propiamente humana, mas el cuerpo -incluido el corazón- debe es- 20
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