Bioética: el diálogo moral en las ciencias de la vida
eran muchos más- contenían graves transgresiones a la ética. La pregunta que formuló siguió siendo válida du– rante muchos años y hoy lo es más que nunca. Toda una compleja maquinaria de control social se dirige a inda– gar por las condiciones bajo las cuales se realiza la inves– tigación en sujetos humanos, con controles éticos "inter– nos", esto es, realizados por los profesionales mismos, y "externos", verificados por la 11 opinión pública". Más o menos en la misma época, en 1967, M.H. Papworth, es– cribiendo en Inglaterra, hacía observaciones importan– tes en un libro titulado Human Guinea Pigs (Cobayos hu– manos, aludiendo al más típico de los animales usados en experimentación biológica). El propio Beecher publicó en 1970 un libro titulado Research and the Individual (Investi– gación e individuo), planteando dilemas que persisten hasta hoy. El tema del valor y los límites de la investigación en y con sujetos humanos es uno de los que más trascendencia cobró en el establecimiento de la bioética, concebida como ética aplicada. No fueron ajenas a las primeras reflexiones la experiencia de la Alemania nacionalsocialista y sus pa– radoj,as. Una sofisticada tecnología médica, una profesión respetada y una masiva aplicación de métodos de destruc– ción humana coexistieron. Con posterioridad a la Segun– da Guerra Mundial un tribunal estadounidense juzgó a algunos médicos que participaron en experimentos consi– derados inhumanos. De allí deriva una tradición que hoy se conoce como "consentimiento informado" en relación a participación de personas en experimentos biomédicos. Sin embargo, es también paradójico que las primeras nor– mas sobre la materia hayan sido las promulgadas en la misma Alemania nacionalsocialista en 1931. En 1967 una 19
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