Proposiciones para una teoría de la medicina
enfermedad de la biomedicina y se acomodó en algunos "nichos libres" del mercado de servicios. Puede decirse que un sistema relativamente pluralista cedió el paso a un sistema hegemónico. Se modificó la composición social de la profesión, con predomi– nio de hombres de raza blanca y una estructura organizacional alerta a las demandas de otros grupos. Muchos de éstos pueden caracterizarse como movimientos alternativos "holísticos" que de vez en cuando resurgen como naturopatía, curaciones reli– giosas y formas marginales de curanderismo urbano y rural. Estos movimientos capitalizan las fallas y los "intersticios" de la profesionalización casi total de la vida norteamericana y cual más, cual menos, se dirige a los marginados económica o socialmente de la medicina oficial como usuarios o profesiona– les (Aakster, 1986). Estas observaciones destacan lo quimérico de fundar una teoría de la medicina en los "objetos" que, como ciencia objetiva, debiera tratar. Refuerzan la impresión de que la unidad de la función médica se encuentra en acciones: la proposición de objetivaciones del sufrimiento y del menoscabo por procedi– mientos que reflejan prácticas sociales y contribuyen a formar– las y legitimarlas. Cuando se desautoriza alguna medicina alter– nativa como ideología, debe recordarse que no menos ideológi– ca es la iatrotécnica, cuyas decisiones no siempre son "ra– cionales". Admitir esto no significa criticar la medicina como institución. Significa examinar su cientificidad no sólo en base a su propia racionalidad instrumental sino también a los "intereses" de todo conocimiento, especialmente del que sirve a las comunidades. Evans y Stoddart (Evans and Stoddart, 1990) han presentado una perspectiva comprehensiva sobre los determinantes de la salud, que consideran una expansión del White Paper del go– bierno canadiense. Tales determinantes pueden agruparse en cuatro categorías: biología humana, estilo de vida, ambiente, y 77
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