Proposiciones para una teoría de la medicina

pronósticos, evoluciones e intervenciones. Cada artefacto mé– dico es multidimensional y polisémico. Significa muchas cosas al mismo tiempo y cosas diversas a sujetos diversos. Sólo el espejismo de que la racionalidad iatrotécnica es única nos lleva a privilegiar algunos objetos frente a otros. Estructu– ralmente, cuando el medicine-man o el chamán da un nombre al padecimiento hace lo mismo que el médico, sólo sus recursos y materiales son distintos. Normalmente contamos la historia de la medicina como la de sus objetos-producto. Así, decimos, la medicina humoral soste– nía que las enfermedades son discrasias, malas combinaciones de humores; en algún momento, la putrefacción intestinal se erigió en piedra angular de la patología. En otras épocas, sólo los microbios fueron importantes; aun en otras, los desórdenes de la nutrición. Los objetos se multiplican: hay carcinógenos, microbios, vitaminas, radiaciones, estrés, angustia, deficien– cias hormonales, etc. La racionalidad instrumental identifica la acción que construye esos objetos con los objetos mismos. Leemos la historia de una manera eliminativa: esa gente que creía diagnosticar por las precipitaciones de la orina en un vaso y señalaba el órgano enfermo por el sitio donde quedaban los cristales, estaba definitivamente mal. No hay relación entre la precipitación de la orina y los órganos del cuerpo. O los que atribuían la peste a las miasmas estaban definitivamente confun– didos. Hoy, gracias a nuestro progreso, hemos superado esas erradas nociones. En todos esos casos, el hecho médico consiste en construir una objetivación para el sufrimiento y el dolor. La actividad simboliza estados de relación social y cumple propósitos análo– gos: proporciona metáforas mediante las cuales la gente refor– mula su sufrimiento y busca formas de controlarlo. Podrá decirse: está bien, pero esas erradas nociones no ayudaban a las personas. Era falso atribuir a las miasmas la 58

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