Proposiciones para una teoría de la medicina

La perplejidad se atenúa algo cU?ildo me dice, confidencial– mente, que la medicina, como toda ciencia, puede equivocarse. Es posible que "haya hecho" un "cuadro" viral, que son frecuen– tes y que a veces se confunden con enfermedades más serias. No tengo de qué asustarme y puedo volver al trabajo. Siento que el doctor no sólo quiere que me vaya de su oficina (ya no tengo una enfermedad, mi salvoconducto para entrar a ella) sino además quiere devolverme a la fuerza productiva (no se justificaría una extensión de mi licencia). De nuevo, aquí hay decisiones que tomar. Creer o no creer es una. ¿Será este médico un especialista competente? ¿Es, en realidad, un especialista? ¿Habrá interpretado cuidadosamente todos los indicios? ¿Tomaría nota de los sudores que padezco en las noches, de la sensación de fatiga al menor movimiento, del fuerte dolor de cabeza, de la intolerancia al cigarrillo que se me agregó ahora último? Bueno, pero si hubiera sido grave, el laboratorio lo diría. La prueba de que estoy sano es irrefutable. Las máquinas no mienten ni se equivocan. Una decisión puede consistir en aceptar el veredicto de la prueba objetiva: estoy sano. Ya hasta parece que me siento mejor. Respiro aliviado. Otra alternativa es declararla nula: el laboratorio, al fin de cuentas, no era el mejor; puede errar. Sigo sientiéndome mal. No sé si me siento mal porque mi proceso patológico sigue su marcha o si porque deseo, a despecho de lo que dicen, demostrar mi malestar. Supongamos otro escenario: durante mi segunda visita al médico le he mostrado los papeles que contienen resultados de exámenes. Los ha tomado, examinado, pensado y dicho: "No tiene usted lo que yo pensé; pero aquí hay algo... no sé ... pediremos una biopsia de hígado ... es bueno que siga en repo- so... la próxima semana tendremos pabellón para practicárse- la... ". Sé que el motivo de mi malestar y de mi primera queja queda desechado: es nimio, estaré bien. Pero la exploración de 53

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