Proposiciones para una teoría de la medicina
clases: ascendiente social, poder (autoridad) y remuneracio– nes. Podría agregarse, como categoría adicional, la estima o amor por parte de los no-profesionales, que a veces no cabe subsumir bajo ascendiente social. El ascendiente social puede desglosarse en popularidad y prestigio. La primera alude al conocimiento que tienen los profanos (no profesionales) de un determinado profesional o grupo; el segundo involucra el respeto de los pares en la profe– sión. Popularidad y prestigio raramente van juntos. Así, el médico "famoso" por reiteradas apariciones en televisión ha– blando de esto y de aquello -muchas veces fuera de su compe– tencia-, si bien popular, y considerado un "sabio" y un "científico" por los legos, rara vez goza de semejante aprecio dentro de la profesión. Este aspecto cobra relieve en comunida– des insuficientemente diferenciadas, en las cuales los profesio– nales se ven compelidos a asumir formas de liderazgo social ajenas a sus cualificaciones 6 . Los incentivos de ascendiente social, poder-autoridad y di– nero pueden disociarse. Hay profesiones respetadas cuyos miembros tienen bajos ingresos y escasa autoridad. En ocasio– nes, un alto ingreso va asociado a baja estima. La estimación, el dinero o el poder cambian y dependen de factores a veces no controlables por las profesiones. El sujeto del discurso científico-técnico reaparece como profesional. Cuando éste no es rol definido, o el área es ambi– gua, es "experto". También se emplea la palabra "técnico". Con el endiosamiento de la tecnociencia y la hegemonía del rol de experto como árbitro de tensiones sociales se abre un substrato ideológico de cambiante apariencia, pero estable influjo (Ha– bermas, 1970). La identificación de la ciencia con el saber hace automática la del profesional con el "sabio", privilegiando su "status" intelectual sobre su capacidad de intervención práctica. Las profesiones pueden ordenarse en un continuo de "intelec- 29
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