Proposiciones para una teoría de la medicina

los de fuera (que no pertenecen al grupo) y los de dentro (colegas o pares). Su dimensión superficial, que cabe llamar apropiadamente "etiqueta", se refiere a los modos sociales y civilizados de comportarse con la gente y los pares. Al profesio– nal se le exige urbanidad y buen talante, vestimenta decorosa y trato ponderado, además de deferencia hacia los colegas. Más profundamente, se le exige un comportamiento "ético", armóni– co con el imaginario moral de su comunidad, que no transgreda tabúes y sirva de ejemplo. El "orden profesional" no debe equipararse al control de información o conocimiento (información organizada). Ciertos profesionales tienen acceso a informaciones confidenciales, vedadas a los profanos: piénsese, por ejemplo, en un militar que conoce los armamentos de un país. Lo probable es que adquie– ran acceso a ellas por la confianza de sus superiores o considera– ciones de orden político y no por la condición de profesional. Un médico accede a datos confidenciales generalmente por consideraciones adicionales a su condición profesional. Lo que llamamos socialización profesional, que amalgama formación, información y aprendizaje de roles, da cuenta del límite profesional/profano, pero no debe confundirse con el dominio exclusivo de un saber. Es necesario cualificar esta aseveración en dos sentidos. En primer lugar, aunque la información estuviera disponible para todo el mundo, ello no significa que pueda ser usada. Es utópico el ideal de alfabetismo científico para todos (Lolas, 1989a). Al profesional se le ha enseñado un esquema interpretativo que debería permitirle acomodar nuevas informaciones en el curso de su vida. Es este patrón interpretativo, la matriz disciplinaria, lo que enseñan (idealmente, al menos) las escuelas profesiona– les. Sin embargo, en punto a datos específicos y descubrimien– tos puntuales, puede ocurrir que un profesional no esté en mejores condiciones que sus consultantes o clientes. 27

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