Proposiciones para una teoría de la medicina
arte, la reducción analítica, en suma, que produce los logros de la civilización. La dialéctica entre el todo y las partes ha sido una constante histórica de las ciencias. Se encuentra, por ejemplo, en la clásica disputa entre Goethe y Newton sobre la naturaleza del color, decidida a favor de una combinatoria de propiedades elementales y en contra de un fenómeno originario (Urphiino– men). Es central en el desarrollo de la fisiología como disciplina científica que estudia, como escribía Carl Ludwig a mediados del siglo XIX, las "partes" del organismo y sus funciones, pero renuncia a considerar la totalidad orgánica y la vida psíquica, lo que culmina hacia comienzos del siglo xx (véase Lolas, 1979, 1983, 1986b). El significado de una observación es sólo su posición sistemática en una descripción, nada que deba agregar– se desde fuera. A este "fuera" pertenece, por de pronto, la legitimación del saber, que responde sólo a su legalidad proce– dural y a la pureza de la técnica que lo fundamenta, mas no a sus implicaciones éticas. El mito de la neutralidad valórica de las ciencias, procede de este abandono de la totalidad, vanamente reconstruida como holismo físico o sumatoria de partes, en las versiones clásicas de la psicosomática y en planteamientos interdisciplinarios. El pensamiento globalizador se convirtió en marca de diletantismo, en conocimiento de los intersticios que dejan, al consolidarse, las disciplinas específicas, en la genera– lidad inabarcable de las "relaciones", que constituyen tardía– mente objetos legítimos de conocimiento científicoS. La Natu– raleza de las ciencias, como observamos, no es una totalidad, sino condición de posibilidad de miradas fragmentadoras. Las ciencias positivas y empíricas renuncian a la totalidad, objeto de la filosofía. 25
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