Proposiciones para una teoría de la medicina
la medicina. Esto es, el valor definitorio no debiera descansar sobre presuntos objetos de estudio sino sobre praxis-acciones. Es en el modo del hacer más que en el hacer mismo --o en el producto conseguido-- que debiéramos buscar el carácter defi– nitorio de la medicina. Y así buscando, se nos aparece como provisoria determinación: la medicina es praxis comunicativa. Esto significa que el espacio conquistado por la medicina va más allá del espacio tridimensional del cuerpo físico. Nos en– contramos ahora en el espacio multidimensional de lo personal y social. No necesitamos abandonar la corporalidad, entrar a enrare– cidas disputas sobre el alma y el cuerpo, o descartar el dualismo práctico que tan grandes servicios presta a nuestros esquemas de acción. Necesitamos sólo aceptar que esta corporalidad puede ser reformulada, y que esta reformulación incluye, sencillamen– te, legitimar, haciendo explícitas, dimensiones que siempre han estado ante nosotros. Tal es la primera tarea. Erraríamos si pensáramos que existe un solo cuerpo. El cuerpo mecánico -aquello que en alemán se llama Koper- es un aspecto que deriva de una teoría. Una teoría es un cuadro ofrecido por la aplicación de una determinada racionalidad metódica. Junto al cuerpo mecánico existe además el cuerpo como campo de intencionalidades, el cuerpo vivido y viviente, al que los alemanes dan el nombre de Leib. Gabriel Marcel se refería a estos dos cuerpos diciendo que uno se tenía y el otro se era. Esta distancia --o tensión- entre los modos de vincularse o vivenciar lo corporal, funda la distin– ción occidental entre cuerpo y mente. Existe, sin embargo, un tercer cuerpo, que es el cuerpo presentado o representado. Tiene propiedades semióticas por derecho propio, por ser objeto para otros, que en él ven y a él proyectan sus deseos e intenciones. Es el cuerpo retórico, o 167
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