Proposiciones para una teoría de la medicina

por alguien para algo. Son pues inagotables en perspectivas, y ninguna las captura por entero si no se considera el contexto y las finalidades. La salud -y la idea de salud- se construye y destruye a tenor de su constitución "activa". Los puntos de vista de la ciencia, de la sociedad y del sujeto no son traducibles de uno a otro si no es con arreglo a una síntesis dialéctica que respete las diferencias y las "disuelva" en el medio de la comunicación. De allí, aunque sea volver al argumento, que la lógica propagandística no sea apropiada a los actos médicos. Mas hay variedades estructurales que es menester conside– rar. Una transacción médica es contextual. Hay definiciones de "enfermar agudo", "enfermar crónico", "enfermar que pone en peligro la vida", "enfermar trivial". Son sólo algunas. Mas el uso las ha perpetuado. Les es común: una forma de relación (entre el experto y el profano); una cierta distribución de roles (el paciente crónico es diferente al agudo); la forma de la transacción comunicativa (cooperación en el caso de las enfer– medades crónicas, acatamiento en el caso de las agudas); el tipo de asimetría de la relación (total en el caso de las enfermedades que amenazan la vida, muy atenuada en las crónicas). Obsérvese que hablar de la salud como "el" bien corporizado en la medicina, aparece ya en esta somera caracterización como una aseveración incorrecta. A menos, naturalmente, que la idea de salud se haga tan elástica que ya no signifique nada. ¿Qué de común puede haber entre la "salud" de alguien que sin duda se recuperará de un resfrío y la salud de un insuficiente renal crónico, para quien la vida deberá reformularse por completo? ¿Qué es salud en una acción médica que sólo persigue salvar la vida amenazada en una urgencia? Ya decíamos: la postura publicitaria -subproducto de la lógica pecuniaria de las sociedades industrializadas- es insufi– ciente para convertirse en garantía de acción médica eficaz. La 143

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