Proposiciones para una teoría de la medicina

la acción social como agente o como actor, esto es, para actuar cambiando o para actuar representando. Dar testimonio podría ser simplemente otra forma de "observación participante" -término con que las ciencias sociales buscan un punto intermedio de objetividad– subjetividad- si no hiciera alusión expresa al espíritu totaliza– dor que da sentido a los actos médicos. Tal espíritu está presente en la dimensión metamédica. No es un dato, por más que debamos usar la vieja metáfora de la "totalidad psicofísica del hombre" para damos a entender. Es perspectiva, término no visto de una ecuación, incógnita a resolver o inventar. Pero no un "objeto" que pueda "hacerse objeto de observación". La paradoja roza los límites de lo inexpresable, pues tampoco dar testimonio significa deshacer las naturales asimetrías que el ejercicio de cualquier arte supone (la asimetría experto-profano, por ejemplo) ni aceptación irrestricta de cualquier demanda o imposición. Lafunción testimonial puede desglosarse, con fines de análi– sis, en tres aspectos: el primero es participar en la definición social de la realidad. La acción médica es de aquellas que siempre se realizan con "punto de vista". En esta perspectividad radica su fértil poder moral o emancipatorio. No se ha sabido siempre dar a este concepto un lugar en la biomedicina. Principalmente, por care– cer de alternativa a la tesis de que la realidad es algo inmutable, objetivo, avalórico. La biomedicina, con la iatrofísica y la iatromecánica que la fundamentaron en el pasado, ha cifrado sus mayores logros en esta pretendida neutralidad. La introducción de las ciencias sociales al discurso médico y decisivamente la racionalidad bioética nos fuerzan a reconocer dos aspectos: la realidad social no es estática sino cambiante y la participación creadora de los actores es esencial en su gestación. En la medida que se reconoce esta fértil perspectiva, la praxis comu- 130

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