Proposiciones para una teoría de la medicina

intereses. La bioética, no obstante, debe concebirse como algo más, o incluso como algo distinto, de la ética médica (deontolo– gía). El momento reflexivo que ella supone debe poner límites apropiados a la profesionalización, defenderla en lo que es legítimo, pero también ser crítica de sus opciones para cumplir la función emancipatoria de la medicina. Por estos motivos, el énfasis bioético no debe ser simple– mente asunto de filósofos versados o de médicos aficionados, sino renovación conceptual de la medicina. Un auténtico análi– sis teórico, una patología teórica debe preceder y acompañar a la racionalidad bioética (Lolas, 1988b). Esta reflexión crítica debe presentar alternativas a la raciona– lidad instrumental que actualmente domina la medicina. Debe indicar si es menester acotarla, si es necesario reemplazarla o integrarla con otras formas de pensar, definir y tratar enferme– dades. Ya hemos insinuado que la absorción de la bioética por el establishment biomédico o su conversión en otra técnica de expertos (los únicos que concitan respeto en la racionalidad tecnomórfica instrumental) (Habermas, 1970) es un proceso de homogenización y neutralización de la racionalidad crítica bioética (como forma de vida y no mero ejercicio de profesio– nes). Semejante proceso ha ocurrido con las ciencias sociales (Armstrong, 1987), cuya incorporación a la biomedicina signi– fica una limitación de su rol crítico. Los problemas "psico" y "socio" se relegan a otro experto, un miembro más del "equipo de salud"; de ese modo se alivia la conciencia y el esfuerzo de los técnicos biomédicos, que pueden proseguir sin perturbacio– nes su labor. Si lo propio pasara con la bioética, lo único que se habría logrado es ser otra disciplina dentro del modelo vigente, recargar los currícula de los estudiantes, y neutralizar su poten– cial crítico. Se trata, por consiguiente, de una reflexión "más allá" de formas particulares de medicina, entre las cuales una, la 126

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