Proposiciones para una teoría de la medicina

social de otros objetos, no estrictamente reducibles a la raciona– lidad científica biomédica, han mostrado limitaciones y contra– dicciones en tal paradigma. Lejos de constituir la racionalidad biomédica un conjunto de conceptos invariantes, "natural– mente" determinados, aparece como un subsistema cultural, cuya hegemonía depende de diversos factores. Entre ellos cabe destacar la profesionalización de la actividad médica, con la frecuente confusión del modelo médico como atributo de una profesión versus el modelo médico como rasgo de una disciplina 4 . El importante impacto de intereses industriales y económicos, por ejemplo de los conglomerados farmacéuticos y de los fabricantes de equipos de alta tecnología, no es ajeno a la hegemonía de la profesión médica y su imperialismo de deposi– taria y "gatekeeper" de los conocimientos y la ciencia médica s - 7 . La institucionalidad sanitaria, con su compleja admi– nistración y su exclusiva burocracia también contribuye a la preponderancia del punto de vista biomédico como el punto de vista universal, necesario, de toda acción en salud. Tal punto de vista, por tradición e historia, es ciego a los factores sociales, integrados a la racionalidad médica, a lo sumo, como patrones de probabilidades: factores de riesgo, influencias culturales y una gama de datos que en lo esencial no afectan la convicción de que el organismo de la ciencia biológica es el mismo en todas partes, funciona bajo semejantes causalidades y enferma de acuerdo a leyes idénticas. Tales convicciones se revelan como insuficientemente fun– dadas. Existen influencias ideológicas soterradas en la forma en que se indican, por ejemplo, determinadas intervenciones diag– nósticas o terapéuticas. Los niveles de colesterol considerados nocivos son más bajos en Estados Unidos que en Gran Bretaña, ciertos diagnósticos se realizan con mayor predilección en cier– tos ámbitos culturales que en otros (ejemplos son aquí el diag– nóstico de espasmofilia de la medicina francesa, la frecuente 111

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