Proposiciones para una teoría de la medicina

Exige acción, comportamiento, ethos, apropiados a cada mo– mento y situación. Elecciones, en suma, pues para actuar hay que elegir. La I1!edicina es una praxis comunicativa de caracteres espe– ciales. Acontece en circunstancias particulares, en respuesta a ciertas necesidades, e informada por una teoría. Es ésta, explíci– ta o implícita, la que aporta coherencia, orden, marco de refe– rencia. A través de la teoría se abre a la mirada la infinita posibilidad de la acción, su densidad. La teoría como contem– plación y no meramente como resumen de datos es un poderoso auxiliar de la práctica, pues a través de ella se hace la medicina disciplina enseñable y aprendible, adquiere vinculación con el resto de la cultura y el oficio de médico adquiere legitimidad. Praxis y teoría conforman un "saber-hacer". Es un saber hacer impregnado de lo que Laín Entralgo llama "constantes antropológicas": dolor, vergüenza, compasión. Ellas adquieren sentido en el acto por el cual se las comunica y se las entiende, pues en ese momento están la enfermedad y el dolor "entre los hombres". La situación básica tiene, pues, dos ejes, o dimensiones. La teoría, con las herramientas de la hermenéutica y del análisis y la praxis, con la acción. En la primera se habla "acerca de": es un trabajo acerca de los pacientes, acerca de los médicos, acerca de las enfermedades. En la segunda se "hace con": se trabaja con los pacientes, con los instrumentos, con los medicamentos. Son momentos complementarios del acto médico, que prestan a éste un carácter polifacético y cambiante. La tensión entre ambos es el orden ético: lo que debe ser y lo que es. Más allá de las teorías y actos específicos está como telón de fondo, como perspectiva, la metateoría médica de una cultura o de una época. Tal metateoría, como destacamos en otro lugar se confunde con una antropología médica, con la imagen del hombre que guía, justifica y fundamenta la concepción de la 105

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