Evaluación del aprendizaje autoconstruído: motivando la autonomía del universitario

Motivando la Autonomía . Autoevaluación del Proyecto 86 El estudiante debería transitar desde la autoevalución referencial -de interés para sí mismo-, a la autoevaluación abierta, y luego, la autoevaluación incidente (ver glosario anexo) con aumento progresivo del porcentaje de participación en la nota final. Continuidad y Progresión de la Experiencia Autoevaluativa El trabajo permite recomendar la adopción generalizada de la autoevaluación del proyecto. Diversos indicios al respecto constan en las conclusiones ya vertidas, en las experiencias docentes que se comentan separadamente, y estuvieron presentes, también, en las consideraciones hechas por los estudiantes en la sesión en profundidad. En ésta, alumnos que discontinuaron la autoevaluación del proyecto, enfatizaban ésta como “deseable”, olvidando su participación temprana en esta modalidad de aprendizaje. Por ello, somos enfáticos en afirmar que no bastan las iniciativas aisladas que se puedan implementar en una u otra asignatura -ni siquiera cuando se aplique a uno u otro Taller- para que estos logros en términos de autonomía, sean un componente destacable del perfil profesional que se persigue en nuestra Escuela, y que postulamos como intrínseco a la formación universitaria. Los primeros años de la carrera son espacios privilegiados para lograr -sin mayores esfuerzos- que la autoevaluación sistemática sea percibida con inherente a la formación. Como se desprende de respuestas significativas que hemos citado, el cambio que percibe el alumno entre la enseñanza media y la universitaria, es substancial. Al desconcierto inicial sigue una apertura a lo que la carrera ofrece y exige, momento en el que la aplicación de las primeras autoevaluaciones –de tipo referencial, es decir, de interés exclusivo del alumno- les permitirá tomar distancia respecto a su desempeño efectivo. Y, acogiendo recomendaciones provenientes del ámbito de la pedagogía, la sicología y la didáctica del proyecto (Mabardi, 2001 y 2002; Schön, 1992; y teóricos constructivistas como Maturana, Botella, Labouvie-Vief) el diálogo, la reflexión conjunta, no debería darse por terminada con la evaluación del “resultado”, es decir, de los objetos que conforman la entrega de un ejercicio proyectual. Si aspiramos a avanzar en el sentido de entender la educación como un ámbito de convivencia signado por la emoción (Maturana, 1998) la autoevaluación sistemática y progresiva aparece como verdadera “aceptación del otro en tanto otro”, alguien que tiene algo que decir y a quien corresponde escuchar –el derecho a defensa, que subraya Mabardi (2001). LA ENSEÑANZA DE LA ARQUITECTURA El Taller resulta ser la línea curricular más pertinente para que el estudiante ejercite la auto- evaluación sistemática como una reflexión formal, asociada directamente a su desempeño durante los procesos de aprendizaje. El Taller está tradicionalmente llamado a constituirse

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