Evaluación del aprendizaje autoconstruído: motivando la autonomía del universitario
Evaluación del Aprendizaje RUGIERO, A. M. et. alt. 37 Además, pensamos que ese caudal no sólo existe, sino que es rico en vivencias espaciales y sociales provenientes de la experiencia de vida acumulada y que el comienzo no es nunca desde un punto cero. Por ello, entre las etapas preliminares del estudio, se contemplará una exploración de caudal inicial, constituyéndose en el primer paso hacia el conocimiento del material humano y la base para orientar la futura ejercitación proyectual. Las correcciones de Taller, durante el desarrollo de los temas de diseño, corresponden al tipo de evaluación denominada formativa; se evalúa los avances en relación a un “procedimiento” académicamente determinado. Por último la instancia de calificación de la propuesta es, en términos de las ciencias educativas, del tipo “evaluación sumativa”. En cuanto a la autoevaluación, interesa señalar que, dado que al desarrollar un proyecto la postura intelectual es autoafirmativa (se intenta hacer el máximo con los recursos disponibles), sólo en el intervalo entre dos proyectos resulta posible la reflexión sobre lo hecho y lo actuado. Allí se da “el inicio de la reflexión” y es el momento apropiado para la autocrítica. La Autonomía del Universitario La autonomía se refleja en el ejercicio de la capacidad para determinar las reglas a que se somete la persona, y siendo este término sinónimo de independencia y libertad –entre otros- entendemos que para hacer extensivo su saber hacer profesional, a otras áreas, el estudiante debe pasar a ser la fuente de generación, construcción y retroalimentación de su propio saber. En ese sentido, la actitud crítica y la búsqueda personal del conocimiento, deberán conjugarse con capacidades sociales que permitan desempeñarse apropiadamente en equipos de trabajo interdisciplinarios. Interesa aplicar la auto y coevaluación en el ramo central de la carrera, el Taller, del que puede decirse que no tiene por finalidad impartir conocimiento, sino que más bien lo administra, a partir del descubrimiento que el alumno va haciendo ante cada problemática abordada. En él se plantea que la verdadera llave maestra en el “saber hacer” no se halla sólo en un adecuado ejercicio de discernimiento, sino en la alquimia precisa entre la emoción y el razonamiento. El Taller de arquitectura propone un camino reflexivo de acercamiento al proyecto, exigiendo bases sólidas de argumentación, contrarias a cualquier gratuidad. Por ello, es este ramo el más pertinente para favorecer la capacidad de crítica, y medirla como uno de los indicadores de autonomía, señalado como tal por teóricos de la educación y organismos internacionales como la UNESCO (1995; 1998). Otra competencia señalada como indicador de autonomía es la capacidad de integrar equipos de trabajo, indicador que se asume como segundo indicador a considerar en la comprobación de la hipótesis que se intentará demostrar. La participación en el propio aprendizaje, indica autonomía no sólo cuando es referida a la actual situación del estudiante, sino también en la perspectiva de ser ésta una capacidad que
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