Evaluación del aprendizaje autoconstruído: motivando la autonomía del universitario

Evaluación del Aprendizaje RUGIERO, A. M. et. alt. 33 La autoevaluación ofrece instancias en que el estudiante podrá invalidar no pocas construcciones erradas, “desadaptativas”, que surgen habitualmente durante el desarrollo del proyecto. Mediante la reflexión personal podrá: "... reconocer la propia subjetividad y la interdependencia de los límites entre el self y los demás (integración) y de trascender esta limitación intentando separar las necesidades propias de las ajenas (diferenciación)". (Botella, L. y Feixas, G., 1998) Este proceso, denominado "pensamiento autónomo" por Labouvie-Vief, G. (1982) es equiparado a la etapa más elevada del desarrollo adulto, dado que: "Es el reconocimiento de la propia subjetividad lo que permite superarla. A pesar de que la superación última sea inalcanzable, sí es posible incrementar progresivamente la conciencia cognitiva de las propias construcciones para poder revisarlas constantemente y convertir la teoría personal en más predictiva e internamente coherente”. (Botella, 2000) En la Enseñanza de la Concepción y Elaboración del Proyecto encontramos una propuesta que orienta para definir “qué faltó” en el proyecto dado por concluido: falta de conocimientos (saber) carencias en los recursos expresivos (saber hacer) falta de claridad sobre el producto solicitado, y falta de claridad sobre las cualidades del producto a obtener Estas posibles carencias, entendidas aquí como indicadores, constituirán ítem de la autoevaluación de carácter formativo que se pedirá que realice el estudiante, en forma paralela a la evaluación del proyecto por parte del cuerpo docente. Exhortado a autoevaluar su desempeño a la luz del resultado obtenido, el estudiante podría entender cómo mejorarlo, y diferenciar el “saber” del “saber hacer”; detectar carencias relativas a lo meramente cognitivo o a lo específicamente creativo -lo artístico o innovador, por así decirlo. Esta diferencia tiene otra importante connotación que está referida a los “procesos” que se dan en la enseñanza en el proyecto, precisión presente también en Mabardi (2001) entre el procedimiento propuesto con fines educativos y el proceso creativo que realiza el estudiante. La autoevaluación es un instrumento más del que disponemos en nuestra tarea docente para formar mediante el proyectar; se trata de una docencia integral orientada a una formación por el proyecto, que conduzca a una auténtica autonomía profesional. La visión que sostenemos se centra en la pertinencia de potenciar el desarrollo de las capacidades y habilidades propias de cada alumno, contribuyendo a la toma de conciencia de la propia identidad, y del rol que le será dado desempeñar en los grupos en que actúe en el ámbito laboral. Surge entonces, de lo dicho hasta aquí, la concepción de la formación como una interacción que se da con otros pero también con uno mismo, y cuyos componentes emocionales, junto a los racionales, son decisivos para potenciar el aprendizaje.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=