Nuestros vecinos
Eduardo Devés Valdés y Pablo Lacoste Gargantini 96 número de pilotos casi triplicó el original, pasando de 60 a 140. En este proceso, los GPI fueron organizados por las estructuras nacionales del Automóvil Club Argentino y sus pares de los países participantes. Luego comenzó la declinación, y en los ’60 se volvió a una competencia de 5.000 km, con 50 pilotos. Y ya no participaban los Presidentes sino algún gobernador. Incluso el ACA perdió interés, y sólo se involucraron en la organización sus filiales de provincia. Es preciso señalar que la decadencia de los GPI tuvo también una causa física, material: estas competencias entraron en contradicción con las necesidades inter- nas de los países en materia de transporte de cargas y personas. Con la multiplica- ción del parque automotor, se hizo cada vez más problemático el trabajo de cortar las rutas para afectarlas a competencias internacionales o nacionales. Además, las altas velocidades que alcanzaban los pilotos, no guardaban ninguna relación con las medidas de seguridad que se podían tomar dentro de las carreteras de uso civil y comercial. Los accidentes se fueron haciendo cada vez más impactantes, lo cual llevó a las autoridades a tomar medidas de restricción fuertes. Poco a poco, estas actividades fueron quedando prohibidas. El automovilismo fue quedando relegado a los circuitos especialmente diseñados para ello (autódromos cerrados) y al r ally, que se efectuaría por carreteras de camino natural o de ripio 6 . De todos modos, ni las carreras en autódromos ni los rally lograrían nunca un nivel de convocatoria ni de movilización comparable a los legendarios GPI. Llega el momento de observar la relación del deporte internacional con espacios ubicados fuera de la vida internacional, para llegar abiertamente a la política inter- nacional, lo cual implica como pre-requisito ineludible, examinar la relación con la política interna. En este campo aparecen puntos de contacto de interés. En primer lugar es preciso destacar que si bien los GPI fueron obra de redes organizacionales (y no del Estado), sólo fue posible impulsarlos desde el despacio constitucional. No es casualidad que el país organizador, Argentina, sólo durante gobiernos constitu- cionales pudo realizar estos GPI. En los gobiernos de facto intermedios (1943-1946, 1955-1958 y 1962-1963) no se realizó ningún GPI. Tampoco es casualidad que el segundo país que más participó en los GPI haya sido Chile, que tuvo la mayor continuidad constitucional en América del Sur. Las seis veces que los coches del GPI recorrieron carreteras chilenas, imperaba en este país la Constitución Nacional. En este sentido, el momento actual resulta propicio para promover nuevas redes entre Argentina y Chile dada la plena vigencia del orden constitucional. Otro elemento importante a destacar es que las actividades mencionadas sólo fueron posible por la articulación entre el Estado y la sociedad civil. Son las ONG las que tienen capacidad de organizarse a ambos lados de la cordillera para poner en marcha actividades conjuntas; el papel del Estado es respaldar y promover. Los Actores No Estatales son ONG que pertenecen a un país, y toman contacto con sus pares del otro lado de la cordillera, para alcanzar objetivos comunes. En este caso, el protagonismo estuvo en manos del Automóvil Club Argentino y el Automó- vil Club de Chile. El acuerdo entre ambas instituciones generó el actor social que 6 El rally sería otro tipo de competencia, con modalidades totalmente diferentes en lo cultural, social y político . Escapa a los objetivos de este trabajo un análisis del rally. Pero hay que señalar que en el mismo, la base social no está constituida por obreros calificados, sino por las élites; y el ideal integracionista latinoamericano tampoco tendría mayor peso.
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