Nuestros vecinos
Propuesta para una política cultural... 95 ponerlas en foco ante la opinión pública. Ello exigía recorrerlas, instalar allí el escenario. Para ello aportaron las redes organizacionales, al definir las trazas. Pero también fueron decisivos los aportes de las redes humanas de pilotos, que muchas veces tenían que aventurarse por caminos en pésimas condiciones de tránsito, con serio riesgo para su seguridad física. Justamente en ese momento se generaba un fuerte debate público, sobre la necesidad del mejoramiento de las carreteras. Como la prensa seguía de cerca el desarrollo de las competencias, tomaba constancia de inmediato el estado de las rutas de cada país. De esta manera se ponía en foco el tema, muchas veces postergado en la agenda pública. En este sentido, a través de los GPI, las redes lograron su objetivo de incidir en las políticas públicas al impul- sar el desarrollo vial del sur de América. La integración física y cultural fue el espíritu subyacente en todo este proceso. Las redes organizacionales construyeron el mega escenario con este objetivo. Las redes humanas de pilotos, protagonistas principales del evento, realizaron y poten- ciaron el ideal integrador latente. Todo ello fue recogido y amplificado por la pren- sa, que transmitió las señales de solidaridad y confraternidad que construían los pilotos. Como resultado, un acto de generosidad de un piloto argentino por un chileno o viceversa, en una aislada curva de la montaña, comunicada a través de los medios, causaba un saludable impacto público. La acción de los medios, al difundir estos actos de solidaridad, se reflejaba casi instantáneamente, con la recepción que el público podía brindar a los corredores de los distintos países, portadores todos ellos de un singular mensaje de hermandad Tenemos entonces cuatro actores con valores comunes: redes organizacionales, redes humanas, la prensa y el público. Todos ellos fueron protagonistas de esta apelación de la integración latinoamericana que constituyeron los GPI. Los medios fueron más allá de su tarea específica de informar, pues colaboraron hasta con ayuda material para los GPI. Y el público también asumió un papel protagónico: primero con su presencia en estos eventos; luego, al premiar los gestos de solidari- dad de los pilotos; y en algunos casos, al arriesgar la vida para socorrer a los acci- dentados. En estas competencias participaron ocho países. Siete de ellos fueron sedes de las distintas etapas de los GPI: Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. El restante, Uruguay, nunca pudo contar con un tramo de los GPI dentro de su territorio por la falta de puentes fluviales. Pero participó a través de sus pilotos. Los ocho países aportaron para la consecución de los fines previstos. Pero el liderazgo de la Argentina y Chile en estos GPI fue evidente: por ser Buenos Aires y Santiago las capitales más visitadas, por la acción de los Automóvil Club de ambos países, y por el brillo de sus deportistas. Puede decirse que sólo a partir del entendimiento de las redes organizacionales y humanas de Argentina y Chile, fue posible trasladar estas competencias al resto del continente sudamericano. Los GPI también tuvieron un ciclo de ascenso, apogeo y decadencia. Este proce- so se puede detectar por distintos indicadores. Al principio, en los 1930s las compe- tencias eran cortas (5.000 km), la presencia de los funcionarios del Estado era media (Gobernadores y alcaldes) y la cantidad de pilotos, moderada. Luego, los GPI crecieron en todos los sentidos. En los ’40, en vez de Gobernadores, participa- ban los Presidentes; la extensión de la ruta se alargó de 5.000 a 15.000 km; y el
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