Nuestros vecinos
La movilización de 1920 527 nunciado que todo era una «farsa», por lo que fue duramente criticada por los periódicos: «La actitud antipatriótica de la FECH», publicó «Las Últimas Noti- cias»; «¡A Lima! ¡A Lima! Es la voz que se ha oído en las imponentes manifestacio- nes patrióticas», decía la Revista Zigzag. El 21 de julio de 1920 era asaltado y saqueado el Club de la Federación, que se había trasladado a la primera cuadra de Ahumada. Los estudiantes que se encontraban en el interior debieron huir por los techos para evitar ser alcanzados por las balas. Una turba rompió muebles y libros los que fueron quemados en plena calle. También destruyeron la Imprenta Numen, que editaba la Revista «Claridad» En los días siguientes, las cárceles se llenaron de estudiantes. La plancha de bronce de la FECH fue arrancada y en su lugar puesto un cartel: «Se vende esta casa. Tratar en Lima». 25 En los cuarteles se vivía una gran efervescencia, «hervíamos de fervor patrióti- co, nada es mas contagioso, recuerdo que debí despedir, en nombre del directorio del Club Militar a los oficiales que egresaron anticipadamente de la Escuela Militar para incorporarse a las unidades movilizadas. La actividad era intensa en todas las reparticiones y cuerpos militares. La Escuela de Caballería suspendió los cursos regulares y se transformó en el regimiento de caballería donde hicieron un servicio militar extraordinario jóvenes de la sociedad santiaguina. Fue para los burlones, el regimiento de los futres de apellidos vinosos.» 26 La movilización aquella hacía comprender que, por mucho tiempo, se había vivido de ilusiones. Durante catorce años se había estado trabajando en preparar esta operación, de acuerdo con la más sana doctrina. Los hechos demostraron que, si se habían respetado los principios, se había olvidado, en cambio, la realidad. Se trataba, en verdad, de un simulacro de movilización, seguido del envío al norte de varias unidades tomadas de distintas divisiones. Nos relata Carlos Saez en sus re- cuerdos. «Se había estudiado un trabajo metódico, subordinado a un calendario, y nos vimos colocados frente a una improvisación de gran estilo. Los cuerpos tuvie- ron que salir de sus guarniciones a espeta perros, a veces en condiciones lamenta- bles. Un regimiento, el Dragones, si no me engaña la memoria, recibió órdenes de embarcarse en un vapor que no tenía capacidad para un simple escuadrón. El regi- miento O’Higgins se vio obligado a salir de Chillán horas después de haber recibido la orden para su alistamiento. Yo he visto, por mis propios ojos, el desembarque en Arica de caballos que llegaron a morir, con el lomo cocido por el agua hirviendo que había ido destilando sobre ellos durante el viaje. El embarque de material estu- vo a cargo, en Valparaíso, de un ex intendente del ejército, contratado especialmen- te para que dirigiera la operación. Yo he oído quejarse al comandante de la Primera División del envío de carros sin ruedas, y de haber recibido una partida de madera como resultado de un reclamo sobre ese particular.» 27 La Academia de Guerra, por su parte suspendió sus clases entre el 17 de Julio y hasta el 20 de Octubre de 1920, incorporándose los alumnos a trabajar a las dife- rentes unidades y altas reparticiones. 28 La completación de los 195 oficiales de reserva que fueron llamados al servicio 25 www.fech.cl 26 Tobías Barros Ortiz, Recogiendo los pasos, Ed. Planeta, Santiago,1988, p.59 27 Carlos Sáez Morales, Recuerdos de un Soldado, Biblioteca Ercilla, Santiago,1933 pp.31-32 28 Memoria del Ministerio de Guerra de 1921. p75
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