Nuestros vecinos

Mario Artaza Rouxel 420 Chile siguió en las décadas siguientes un proceso de consolidación territorial y de robustecimiento de sus instituciones republicanas. Diferentes fueron los proce- sos peruanos Podríamos escribir páginas sobre las causas, desarrollo y efectos posteriores de la guerra del Pacífico. Nuevos héroes nacionales fueron elevados al Panteón en nuestros respectivos países. La guerra, como todas las guerras, dejó marcas profun- das. Los territorios vieron cambios que tardaron demasiados largos años para con- solidarse definitivamente, manteniendo viva la cuestión limítrofe. Hubo cuestiones pendientes que solo vinieron a resolverse totalmente en 1999, ciento diecisiete años después del fin del conflicto. Uno de los resultados de todo este largo proceso es el de tener a millones de niños peruanos y chilenos, de varias generaciones, que han estudiado textos con versiones diferentes de la historia, contribuyendo, en mi opinión, al estado actual de las percepciones negativas que nos separan. Podemos fácilmente seguir explotando mutuamente culpas, crueldades, exce- sos, errores diplomáticos, acciones y reacciones excesivas. Podemos seguir creando tesis discutibles sobre la historia y sobre las razones y sin razones de la otra parte. Podemos adjudicar a uno una mentalidad de ganador jactancioso frente a otro humillado que busca recuperar su orgullo y el rol que cree merecer por su rica historia frente a un advenedizo. O también podemos mirar el cuadro vecinal dán- dole a uno el papel de insatisfecho perenne, siempre buscando el conflicto, mientras que el otro permanece inflexible detrás de la seguridad de sus tratados. Todas estas posiciones encontrarán respaldo y aplauso. Y nos mantendrán congelados, sin po- sibilidad de avance y superación. Creo que en el día de hoy tenemos que enfrentar un imperativo histórico. En un mundo cada día mas globalizado, con nuevos desafíos, con pesadas cargas de retra- so y pobreza en nuestras poblaciones, hay muchísimo más que ganar en la coopera- ción que en el conflicto. Por ello es urgente que reformulemos nuestras relaciones sobre el pilar central de un acuerdo de vecinos con la mirada en el futuro. Esto significa que debemos buscar objetivos comunes de mediano y largo plazo y establecer de inmediato los acuerdos que hagan posible trabajar en conjunto para alcanzar esas metas. En cada país será necesario salirse del esquema actual para abordar con audacia una mirada nueva a partir de la cual se deberá reconstruir las confianzas y asumir en conjunto metas comunes. El siglo XXI será el Siglo del Pacífico, en el que las más grandes economías, Estados Unidos, China y Japón transarán sus productos con América del Sur, pro- veedora de importantes materias primas. Podemos responder a este desafío unidos aprovechando las sinergias naturales de nuestra ubicación geográfica, haciendo uso cooperativo de posibles rutas que unan el Pacifico con el Atlántico, explorando conjuntamente posibilidades exportadoras, o podemos competir, en cuyo caso nues- tros beneficios serán menores para los dos Estados. En el papel hemos tenido avances significativos en los últimos años que desgra- ciadamente son archivados apenas surge una controversia. Mecanismos creados para enfrentar situaciones conflictivas, son dejados de lado como decisiones sin valor efectivo cuando aparece una situación de conflicto.

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