Nuestros vecinos

José Miguel Florez 410 rosímiles, además, estas son presentadas por ex militares o civiles sin cargo público alguno, y resultan sumamente imprecisas con respecto a «los objetivos políticos que sería verosímil alcanzar por medios militares, así como en cuanto al rango de tiempo en el cual habrían de llevarse acabo». (Kahhat, 2005B) Por otro lado, la buena relación que cada vez más caracteriza a los intercambios entre las fuerzas armadas chilenas y peruanas, es un síntoma adicional de la baja probabilidad que existe de plantear un conflicto bélico desde el Perú. El desarrollo de medidas de confianza mutua ha sido constante entre ambos países: Además de la (…) reunión anual de Estados Mayores de las distintas fuerzas, se ha implementado el mecanismo 2 + 2, es decir, las reuniones de los ministros de Defensa y relaciones exteriores de ambos países. Como fruto de este mecanismo tenemos el establecimiento del Comité de Seguridad y Defensa, las conversaciones para le realización del proceso de estandarización en cuanto a mediciones del gasto de defensa, la erradicación de las minas antipersonales en cumplimiento a los acuerdos de Ottawa, entre otros. Aspecto importante fue la declaración con- junta de los ministros de defensa de ambos países al término de la segunda re- unión realizada en Lina a inicios de Julio del 2005. En dicha declaración conclu- yeron que las recientes adquisiciones de armamento corresponden a un proceso de renovación de equipo militar, ya que no existen controversias, conflictos o altercados entre ambos países.» (ROBLES, 2005) A estas medidas oficiales de acercamiento se pueden añadir una serie de «ges- tos» de buena voluntad realizados por los mandos militares de ambos países, entre las que podemos destacar las visitas recíprocas de los jefes del Ejército y las respec- tivas condecoraciones, así como las ceremonias de reconocimiento a la memoria de Bernardo O’Higgins en Lima y al heroísmo del soldado peruano en el Morro de Arica. (Robles, 2005) Es cierto que hay una serie de señales de buena voluntad por dar, así como también es cierto que estas buenas maneras y estos mecanismos de diálogo están influenciados por los acontecimientos que, recurrentemente, empañan las relacio- nes entre ambos países. Sin embargo ello no implica que lo avanzado en este senti- do no sea importante y que no abone, en buena proporción, al mejoramiento de las relaciones oficiales entre las fuerzas armadas de los dos países. Los tres argumentos presentados, es decir la amplia superioridad chilena en armamento, la poca claridad de hipótesis de conflicto entre ambos países y la fluida relación militar entre ambas fuerzas armadas, ayudan a sostener que el «problema chileno» no encuentra su punto más álgido en la esfera militar. La esfera política En este punto se debe llamar la atención acerca del oportunismo de utilizar el «problema chileno» como un cliché «electorero» que redunda en potenciales votos, apelando a las fibras más sensibles del electorado peruano, como veremos en el acápite siguiente. Las permanentes declaraciones políticas referidas a Chile aprovechan circuns-

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