Nuestros vecinos
El viaje interior... 405 (particularmente apto ara estrategias asimétricas) o la reasignación hacia las re- servas y milicias de los 40 mil fusiles de asalto FAL dados de baja en las FF.AA ., que la compra de material más sofisticado como aviones de transporte, corbetas, etc. (Calle, 2006) Frente a un escenario como ese se puede ensayar una explicación para lo que muchos consideran un desproporcionado gasto militar chileno. Según esta explica- ción «realista», de alguna manera los éxitos económicos y la estabilidad política chilena harían ver a este país como el aliado más adecuado para estabilizar una región convulsionada. Más si los intereses de la potencia hegemónica son eventual- mente amenazados. La idea es que frente a la posibilidad de convulsiones extremas que amenacen los intereses de la potencia continental y además pongan en riesgo la estabilidad chilena, es el mismo Chile el que se podría ofrecer como el aliado más adecuado en la región. Para ello requeriría no sólo de seguridad económica y política sino tam- bién de capacidad militar, razón por la cual resulta siendo completamente lógica y funcional una política armamentista como la chilena. Lo que se intenta argumentar con estas ideas es que, si aceptáramos como cierta esta explicación para las adquisiciones militares chilenas, dicha explicación sólo se referiría al desequilibrio militar frente al Perú y, de alguna manera, por inferencia, al temor que ello despierta en los peruanos. Sin embargo, al igual que en el caso de la delimitación marítima, el «problema chileno» no se agota en el resquemor generado por el poderío militar chileno. En la variopinta lista que presentábamos párrafos atrás, la compra de aviones F16 o de tanques Leopard , era sólo un ítemmás. La furibunda demanda por el origen del Pisco o la intensa cobertura mediática de lo acontecido con el bochornoso video difundido por LAN, poco tienen que ver, en su origen, con el «armamentismo» chileno. Habría que reconocer además que, como lo ocurrido los últimos meses, cada evento de tensión peruano chilena se sucede periódicamente, los orígenes explicati- vos de cada evento se mezclan, confundiendo la perspectiva y sesgando en muchas ocasiones las conclusiones. Por ejemplo, cuando se atribuye el gasto militar chileno a la intención de este país por defender sus inversiones fuera del mismo, la cuales a su vez son una nueva forma de invasión y de apropiación de lo que es peruano, como el pisco, o la papa, o el «suspiro a la limeña»; Chile quiere desaparecer al Perú, a su presente, como en el video de LAN, y a su pasado, como los grafiteros en el Cusco…Un discurso como el anterior es común frente a cualquier noticia difun- dida por algún medio que involucre, el desatino de algún chileno o simplemente tergiverse algún evento que refiera a intereses peruanos en pugna con intereses chilenos. Este largo acápite ha pretendido demostrar cómo se pueden encontrar explica- ciones, desde la dinámica de las relaciones internacionales, a eventos concretos de la relación chilena con otros países, incluido el Perú. Sin embargo, se sugiere que el problema peruano con Chile no se reduce a estos eventos de la dinámica internacio- nal, sino más bien se sostiene en procesos sociales internos a cada país y bastante más complejos.
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