Nuestros vecinos
Mario Matus G. 368 En lo que cabe a mecanismos endógenos que reproducen la pobreza y el atraso, los cultivos tradicionales y sus formas de explotación, fueron –y siguen siendo- la base de insignificantes excedentes productivos y de diminutos volúmenes de inter- cambio. A ello se agrega la persistencia de mecanismos de intercambio no mercantil o no plenamente mercantiles, como los de reciprocidad y de redistribución, que aunque en la era dorada del Imperio Incaico, proporcionaron una base material importantísima al mismo proceso de expansión del Imperio, no tenían la capacidad para sostener un desarrollo sostenido de las fuerzas productivas. Los apologistas del regreso a un pretendido Imperio Socialista de los Incas» no advierten que si esos mecanismos han subsistido en el tiempo, en gran medida ha sido porque los meca- nismos propiamente de mercado han sido demasiado débiles y han excluído a las grandes masas de indígenas, no dejándoles otra alternativa que aferrarse a las prác- ticas tradicionales. Del mismo modo, olvidan que las mismas fortalezas del volumi- noso aparato estatal incaico impedían a futuro la formación de ahorro e imposibi- litaban que el eventual ahorro pudiera convertirse en capital fijo y en tecnología. Las razones para entenderlo son muy simples. La propiedad comunitaria de las tierras, la entrega de bienes y de servicios por reciprocidad o por abastecimiento de excedentes a partir del Estado central, impide la identificación de aquella porción de valor adicional que se corresponde con esfuerzos distintos. Por tanto, no surgen incentivos reales para innovar y elevar la productividad. En consecuencia, no es raro que en esa cultura económica se desaliente no sólo el esfuerzo adicional dedi- cado a la innovación, sino que además se desacredite plenamente el afán de benefi- cio individual. Por consiguiente, la posibilidad de ahorro es remota y, por ende, también lo es una eventual inversión externa a la del Estado. De tal modo, la cultu- ra de la innovación productiva, de la generación de mayores excedentes y de la aparición del ahorro, no sólo fue atacada desde los impedimentos de acceso a los derechos de propiedad sobre la tierra, sino que además fueron reforzadas por la propia cosmovisión andina. Una cuarta Path Dependence , es la persistencia de dinámicas demográficas pretransicionales, que precisamente refuerzan las tres anteriores (persistencia de una agricultura tradicional improductiva, pobreza de las comunidades originarias y de las masas urbanas desposeídas y formas de poblamiento que agudizan las constricciones provenientes desde el territorio). Bolivia todavía se halla transitando por la 3ra fase del proceso de Transición Demográfica, en el que si bien se ha reducido de modo notable la Tasa de Mortalidad, la Tasa de Natalidad sigue siendo aún demasiado elevada, con lo que la Tasa de Crecimiento Demográfico hacia 1998 aún alcanzaba la considerable cifra de 2,3 (Matus, 2003). Esto explica que se haya venido elevando considerablemente la expectativa de vida al nacer (61,9 años en 1998), pero que la Tasa de Mortalidad Infantil sea aún abrumadoramente alta (60,4 en 1998), al igual que la Tasa de Dependencia (0,8 en 1998). Un análisis de lo sucedido en los últimos 50 años revela que fue entre 1950 y 1976 que se incrementó significativamente el número de nacimientos y se redujeron las muertes, y que in- cluso, estos fenómenos se agudizaron entre 1976 y 1992, generando una dinámica de crecimiento excesivo (Urquiola, 1999). Los efectos han sido desastrosos. Las comunidades campesinas del Altiplano debieron subdividir más sus escasas e im- productivas tierras para atender al crecimiento del nº de hijos, la productividad agrícola se redujo y los niveles de bienestar básico, ya muy reducidos, se deteriora-
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