Nuestros vecinos

Las instituciones económicas del atraso de Bolivia 367 las poblaciones originarias mantuvieran una presencia cuantitativa importante, pero les impidieron desarrollar cualquier tipo de acumulación campesina. Estas dinámi- cas explican, que a pesar que la Agricultura ocupaba un 46,8% de la fuerza de trabajo en 1990 y reunía aún en 1998 un 38,7% de la población, sólo representaba un 15,4% del PIB ese mismo año ( World Development Indicators , 2000). Lo que permite que los agregados agrícolas no sean más bajos es la presencia de una pujan- te agricultura de plantación en la zona oriental de Santa Cruz, que ofrece indicadores mucho mejores que los de la zona occidental. Pero es precisamente en el éxito agrícola exportador de Santa Cruz de donde resaltan las características más nega- tivas de la dualidad minifundio –latifundio, porque si el altiplano se caracteriza por una agricultura minifundista fundamentalmente improductiva el oriente se ca- racteriza por agricultura exportadora exitosa, con una excesiva concentración de la tierra. Este desplazamiento de los dualismos productivos a un ámbito territorial mayor revela que el éxito de la Reforma Agraria de 1953 se limitó a la dinamización de la agricultura oriental, pero los problemas referidos al acceso a derechos de propiedad también se trasladaron hacia allá, mientras que en la zona occidental fueron resueltos sólo superficialmente, ya que propagaron la improductividad de los cultivos. La propagación de cultivos de coca en la zona del Chapare en las últimas décadas, también puede ser entendida como un fracaso de la agricultura comercial lícita, generado por la ausencia de mercados agrícolas desarrollados. El fuerte componente territorial del dualismo agrícola, junto con generar una fuente permanente de brechas que se expresan periódicamente en la esfera política, no permite concentrar los esfuerzos modernizadores en los cultivos e impide diseminar encadenamientos laterales hacia sectores afines. Se requiere algo mucho más avan- zado que una sucesión de meras reformas prediales para reemplazar las defectuosas reglas del juego que impiden que Bolivia extraiga y potencie su enorme potencial como productor agrícola. Una tercera Path Dependence está signada por los persistentes mecanismos de exclusión y de autoexclusión de los pueblos originarios respecto al desarrollo de mercados. Si hacemos el esfuerzo de abrirnos paso entre aquellas visiones indigenistas que no logran identificar en estos grupos ningún comportamiento contrario al de- sarrollo, y aquellas que simplemente identifican atraso con pertenencia étnica, po- demos enunciar que el atraso y la pobreza de los pueblos originarios de Bolivia es tanto un resultado de cinco siglos de exclusión, como del arraigo de mecanismos que sólo permiten la subsistencia. Respecto a lo primero, los tres siglos coloniales otorgaron a los pueblos originarios un rol como proveedores de trabajo, pero les mantuvieron en una situación de prolongado estancamiento en lo que se refiere a la promoción de nuevas competencias productivas y no les concedieron derechos de ciudadanía. Con la República, el nuevo orden debió sostenerse en la pervivencia de una estructura excluyente en lo social y en lo político, en estructuras sociales cuasi estamentales y en sistemas atávicos de raíz paternalista. A pesar que desde 1952 ese introdujeron importantes reformas destinadas a incluir a los pueblos originarios y a sus organizaciones, tales reformas fueron malogradas por los permanentes esfuer- zos de clientelizar y fidelizar al campesinado de base indígena, para obtener una nueva base de apoyo político (así sucedió en el caso del MNR y de los militares). De tal modo, se abrieron algunas válvulas a la participación, pero las bases tangibles del atraso rural no fueron modificadas.

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