Nuestros vecinos
Las instituciones económicas del atraso de Bolivia 365 significativamente la productividad rural mediante inversión en capital humano y en tecnología o a integrar mejor los mercados internos mediante un plan importan- te en obras públicas (Chávez, 2002). Estas insuficiencias explican que el sector privado nacional –a diferencia de la inversión extranjera directa– no asumiera real- mente el rol dinamizador que las reformas pretendían promover» (Matus, 2003). Precisamente, es en un diseño complejo de adecuación de reglas del juego que potencian los mercados y en la resolución fina de las políticas sociales a través de instrumentos flexibles y heterodoxos, donde la experiencia acumulada por Chile podría ser de gran ayuda en los aprendizajes que los gestores de políticas públicas de Bolivia podrían usar para articular sus propias estrategias, incorporando sus propias peculiaridades. Lo que en la reunión de gobernadores del Banco Interameri- cano de Desarrollo de 1998 se denominó «Consenso de Santiago» conforma un nú- cleo valiosísimo de instrumentos de política, que articulan una opción a la vez res- ponsable y equilibrada de reformas económicas y esfuerzos a largo plazo en una idea de desarrollo social y ambientalmente sustentable. Nuestro país no ha tenido la oca- sión de reflexionar sobre los significativos avances que se han ido alcanzando en el área del diseño y ejecución de políticas públicas dirigidas a conseguir tales objetivos, especialmente en lo que se refiere a aplicaciones que requieren sintonía fina en los ajustes de matices. Paradójicamente, en nuestras escuelas de economía y de gestión empresarial, no son éstos los paradigmas dominantes, sino más bien ciertos modelos organizacionales genéricos que no son completamente aplicables a la realidad. De tal modo, aunque sabemos que la mejor escuela para la gestión pública mo- derna no se halla en la Academia, sino en la praxis real, es plausible suponer que el ejercicio de la gestión pública en Chile puede dotar de importantes capacidades a estudiantes y funcionarios provenientes de Bolivia, que normalmente cuentan con elevadas calificaciones académicas en universidades chilenas y norteamericanas, pero desarrollan escasas habilidades para generar sus propias dinámicas de gestión, ya dentro de Bolivia, y tienen severas dificultades a la hora de enfrentar situaciones de alta complejidad en programas que se están ejecutando. II. Capacidades económicas avanzadas Sin embargo, lo que pudiera aprender Bolivia para desarrollar una insti- tucionalidad macroeconómica sofisticada –y lo que Chile pudiera aportar en ello– no es suficiente para sacar a este país de la fábrica de atraso y desigualdad en que se halla sumido. La razón es que, como ya hemos adelantado, existen otros ámbitos, que más bien se corresponden con la pervivencia de otras dinámicas históricas negativas, que se traducen en reglas formales e informales deficientes -más sus correspondientes estructuras de incentivos- y ejercen un efecto negativo directo en el ámbito productivo, desde una esfera más bien macroeconómica (Matus, 2003). Cada una de estas Path Dependence , expresa a su vez un serio desfase de Bolivia respecto a la mayor parte de los países de la región, que ya las han superado, y en su conjunto se expresan en un serio cuestionamiento a los mecanismos y a los rasgos de una economía de mercado. Para superarlas definitivamente se requieren políti- cas de Estado con un horizonte intertemporal de sobre 20 años que, dado el rasgo cortoplacista dominante en la política boliviana, se precisa de un pacto social muy
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