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Mario Matus G. 360 ¿Cuál es el balance de lo conseguido hasta hoy desde la adopción de la Nueva Política Económica en 1985? El Decreto Supremo 21060 que dio vida a la a Nueva Política Económica (NPE) incluyó tanto un plan de estabilización monetaria para contener la inflación y equi- librar la cuenta corriente, como un programa de reformas estructurales destinado a lograr una mayor apertura externa y traspasar al sector privado el protagonismo principal en la economía. El gobierno de Paz Estenssoro (1985-1989), no obstante, sólo alcanzó a aplicar el plan de estabilización, que logró reducir tanto la inflación como el déficit comercial y fiscal y, de ese modo, restableció los equilibrios macroeconómicos. Posteriormente, hubo que esperar hasta el primer gobierno de Sánchez de Lozada (1993-1997) para que se iniciaran las reformas de segunda gene- ración, consistentes en la capitalización (semi privatización) de las empresas públi- cas, la autonomía del Banco Central y la generación de superintendencias y de Fondesif (Fondo de desarrollo del sistema financiero y de apoyo al sector productivo). Las recientes reformas lograron atraer un importante contingente de inversión extranjera, diversificar la cartera de socios comerciales y, en menor medida, de la cesta exportadora. Fruto de estas reformas, se comenzaron a obtener superávits comerciales y en la cuenta corriente (Macías y Matus, 2003). Paralelamente, la privatización de empresas públicas redujo la presión sobre el presupuesto, que pudo reorientarse a una mejora del gasto social descentralizado. El sector agroindustrial del oriente fue estimulado y se hicieron nuevas inversiones en infraestructura. Como conse- cuencia de las reformas, y de un entorno internacional favorable, Bolivia pudo disfrutar de un crecimiento de 4,5% del producto entre 1993 y 1998 (Worldbank, 2003). Sin embargo, entre 1999 y 2003 y como consecuencia de la crisis internacional iniciada en Rusia y Asia, y que se propagó especialmente a Argentina y a Brasil (socios comerciales importantes de Bolivia) la economía entró en un período de clara ralentización, con tasas de 0,4, 2,4, 1,2, 2,5 y 2,8, entre 1999 y 2003, respec- tivamente (World bank, 2003). La contracción de las exportaciones y el deterioro de los términos reales de intercambio, más las devaluaciones realizadas en Argenti- na y Brasil generaron un alza del boliviano y una pérdida en competitividad de las exportaciones. Todo ello se vio agravado por una caída de la inversión extranjera directa y una importante salida de capitales privados del país. Como la economía boliviana carece de capacidad de ahorro doméstico, el déficit fiscal se ensanchó hasta alcanzar un preocupante 8,9% del PIB y el déficit en cuenta corriente ascen- dió a un 4% del PIB en 2002 (UDAPE, 2003). La desaceleración del crecimiento del PIB se ha revertido en los dos últimos años, en que las tasas han sido de 3,6% (2004) y de 4,5% (2005), proyectándose un 4,1% para el 2006. A pesar que los dos últimos años se han destacado por una importante convulsión política y social, la inflación permaneció en un nivel cercano al 4%, mientras que el déficit fiscal se redujo de un modo muy significativo a un 3,5% del PIB en 2005 –apoyado por la entrada en vigor del Nuevo Impuesto a los Hidrocarburos y al sustantivo crecimiento de las exportaciones de gas, que permi- tieron canalizar esos recursos al alivio del déficit– y se espera que baje a un 3% del PIB en 2006. A esto también colaboró un gasto fiscal relativamente contenido por la suspensión de proyectos propuestos por la presidencia de Mesa. En el flanco externo, la mejora de las exportaciones de gas y la mantención del tipo de cambio

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