Nuestros vecinos
Las instituciones económicas del atraso de Bolivia 357 Los instrumentos Una de las alternativas que entre 1850 y 1930 permitió a algunos contados países de América Latina superar los efectos negativos de la fase descendente del ciclo económico sobre sus cifras de crecimiento fue yuxtaponer un nuevo ciclo exportador –basado en nuevos productos– sobre el ciclo que iba muriendo. En la medida que podía realizarse tal operación, las tasas de crecimiento lograban reco- brarse después de cada crisis y se proyectaban bajo el influjo de los nuevos produc- tos estrella de exportación. Es lo que podríamos denominar la capacidad de surfear las olas provocadas por períodos de empeoramiento en los términos reales de inter- cambio. No obstante, la yuxtaposición exitosa de ciclos exportadores requiere que los cimientos del puente cortado se hallen en una situación nivelada. Para ello, básicamente se requiere que exista una importante acumulación de ahorro público y privado que se pueda volcar a inversión, que se hayan logrado algunos importan- tes aprendizajes empresariales en nuevas capacidades productivas, que las activida- des productivas sean relativamente afines para que faciliten el desplazamiento de factores, que existan condiciones de infraestructura favorables para la expansión e integración de los mercados y, finalmente, que el ciclo tenga una duración impor- tante, para que no se aniden visiones de corto plazo entre los agentes. Más recientemente y, especialmente después de la Gran Depresión de 1929 y la obra de J.M.Keynes, CEPAL postuló la necesidad que los países pudieran reaccio- nar a los períodos contractivos mediante políticas contracíclicas de demanda agre- gada, fundamentalmente a través de un aumento sustantivo del gasto público en obras de infraestructura y de ocupación masiva. Mediante este recurso, para el cual se requieren superávit fiscales considerables y niveles moderados de endeudamien- to, la inversión pública compensa la caída de la inversión privada, la reducción en el gasto de las familias y los saldos comerciales negativos. El efecto es el acorta- miento de la caída y el adelantamiento de la recuperación. Como consecuencia, el empalme de los ciclos exportadores llega a ser casi imperceptible. En cualquier caso, habría que señalar que sólo muy recientemente, los países de la región han comenzado a apreciar los diseños macroeconómicos que permiten aplicar cabalmente políticas contra-cíclicas y la razón es muy simple. Se requiere una gran disciplina fiscal para evitar que durante la fase expansiva del ciclo el crecimiento del gasto se desboque y para ello es imprescindible no ceder a la tenta- ción del endeudamiento externo en épocas de tasas internacionales de interés muy bajas (situaciones que fueron las que precisamente prepararon la crisis de la deuda en América Latina). Existen otras formas más sofisticadas de diseminar el riesgo de una contracción de las exportaciones. En primera instancia, se requiere diversificar la cesta exportadora de productos y servicios. En segunda instancia, diversificar la cartera de socios comerciales. El efecto combinado de ambos esfuerzos reduce en modo muy importante los efectos adversos de la caída de algunos mercados o productos en la medida que se logra desviar comercio o factores productivos hacia otros clien- tes o países. En una fase más avanzada, los esfuerzos del Estado y el Sector Privado deben dirigirse a la transformación cualitativa de la pauta exportadora, no sólo consiguiendo mayor productividad en lo que se sabe producir, sino también incor-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=