Nuestros vecinos

Mario Matus G. 356 Cono Sur, como Argentina, Chile y Uruguay, como también en Brasil. Pero tanto en una como en otra experiencia, los impulsos de crecimiento se han visto frenados por contracciones sustantivas del comercio y por reflujos de capital, que en muchas ocasiones han sido agravados por un diseño fiscal y monetario que amplifica y propaga los efectos negativos de los shocks externos. En el caso específico de la experiencia sustitutiva de la ISI, que grosso modo podríamos datar entre 1930 y 1980, allí se conquistaron los mejores índices de crecimiento del producto, considerando como límite la década de los ‘80s. Sin em- bargo, durante ese período el establecimiento de una inadecuada estructura de in- centivos desalentó el ahorro y la inversión, desanimó el espíritu de emprendimiento empresarial, redujo una parte muy importante de la capacidad exportadora de los países y generó fórmulas de gasto excesivo en manos del Estado. En gran medida, el hecho de que la mayor parte de la iniciativa correspondiera al Estado y que el Sector Privado se replegara a un segundo plano y se acostumbrara a una relación mercantilista –signada por el excesivo proteccionismo y una actuación de orden patrimonialista en cuanto a la captura del Estado– si bien logró ser una fórmula que obtuvo algunos logros significativos hasta mediados de los 50s, con posterio- ridad a esa fecha, se convirtió en la ecuación perfecta para generar estancamiento y menores cifras de crecimiento. En estos casos, el sacrificio de la potencialidad exportadora culminó en indisciplina fiscal y monetaria. De tal modo, mientras los países no lograban deshacerse de los efectos negativos de los shocks externos, em- peoraron sus equilibrios internos. En cambio, los modelos de crecimiento amparados en una mayor apertura co- mercial y que se basaron en ciclos exportadores exitosos tendieron a generar enca- denamientos entre sectores productivos, aprendizajes empresariales, transferencia de tecnología y mejoras sustantivas en la adquisición de stock de capital. No obs- tante, la distancia que da el tiempo y proporciona la Historia Económica hoy pode- mos distinguir que los ciclos primario-exportadores, característicos del siglo XIX y hasta 1930, también cargaron con sus propios problemas. A pesar que el Sector Privado tuvo un rol estelar y los Estados sólo complementaron esfuerzos aportando inversión en infraestructura y capital humano, las posibilidades reales de creci- miento fueron afectadas en muchas ocasiones por la volatilidad monetaria o el efecto contractivo de la adopción del patrón oro. Pero más importante que lo ante- rior, el rol de los agentes privados fue sumamente dependiente de los precios de los commodities . De tal modo, los ciclos exportadores fueron normalmente breves y sus quiebres normalmente dejaron en una situación muy indefensa a las economías afectadas. Por consiguiente, aunque los ciclos exportadores propendían a generar una mayor acumulación de aprendizajes empresariales, tendieron a caer en descré- dito ante las periódicas caídas de los precios de las exportaciones primarias. Visto así, ya sea en una perspectiva más librecambista o en una vertiente más estatista y endogámica, el problema normalmente consistió en la vulnerabilidad de los equilibrios macroeconómicos ante la fase descendente del ciclo económico, que al menos se constató en tres ocasiones entre 1850 y 1930.

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