Nuestros vecinos

La agenda reagional y sus posibles efectos... 315 aguas del río Lauca o con la exportación de gas en el 2003. Asimismo, que es un factor de cohesión social que permite unir a prácticamente todos los sectores boli- vianos contra un «enemigo externo». Por otra parte, subrayar que el tema presenta un carácter trilateral, sobre todo si Chile decide negociar con Bolivia una salida útil al océano Pacífico sin interrumpir su continuidad territorial, esto porque Perú, en virtud del Tratado de 1929, tendría que dar su consentimiento. Respecto al contexto regional señalar que las tendencias actuales de integración en América del Sur indican nuevas sensibilidades en el continente, la Comunidad Sudamericana de Naciones e IIRSA son un ejemplo de esto. Sin embargo, existen varios factores críticos de fracaso. El eje político es uno de lo más débiles, pues se contraponen las distintas estrategias de integración de los Estados miembros a la economía internacional. Unos dan prioridad a la adopción de acuerdos bilaterales con Estados Unidos y la Unión Europea, otros se interesan en reactivar el ALCA o incluso se plantea desarrollar un enfoque distinto como el impulsado por Venezuela a través de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA). A esto, se suman las dificultades internas de gobernabilidad y la polarización en la zona, que reflejan por una parte la aceptación de un grupo de países con el actual modelo económico-social (neoliberal) y por otro, el malestar de un sector que críti- ca y desafía este ordenamiento 32 . En definitiva, no se ha generado una discusión seria y profunda sobre un proyecto regional común ni tampoco se observa una voluntad política clara, pues no hay consenso en algo básico como es determinar qué tipo de integración es la que se quiere. En este marco, el desafío consiste en construir un nuevo escenario para las rela- ciones vecinales de Chile, particularmente con Bolivia. Y aunque el orden emergen- te crea, sobre todo en los países en vías de desarrollo, la necesidad de internaciona- lizar sus lazos externos e insertarse en la economía mundial de una forma activa y complementaria los esfuerzos por encauzar la relación desde una perspectiva eco- nómica son insuficientes. Tanto en los casos de Bolivia y Chile el peso de la agenda histórica es tan potente que cualquier avance significativo en la relación debe pasar por tratar conjuntamente el conflicto que dejó la Guerra del Pacífico. De no ser así continuará enturbiando constantemente la relación y cualquier iniciativa terminara siendo irrelevante. La esfera educativa parece ser un factor clave para generar una modificación en las percepciones ya asimiladas, sobre todo si pensamos en la «opinión pública» de ambos países. De este modo, se puede reaprender la historia y permitir que la me- moria colectiva se enriquezca con distintos puntos de vista de cómo se generó el conflicto, causas, intereses económicos de los nacionales y extranjeros. Fomentar la cultura de paz a través de la educación. Existen experiencias exitosas que han con- tribuido a derribar barreras, incrementando el conocimiento de los «otros» por 32 Un ejemplo de esta polarización se observó durante las votaciones para ocupar el asiento destinado a los miembros no permanentes del grupo latinoamericano en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2006). Los candidatos con más opciones Guatemala y Vene- zuela no lograron conseguir los dos tercios después de 47 rondas de votaciones. En la opor- tunidad, Estados Unidos se opuso fuertemente a la opción Venezuela y sólo después de un intenso lobby se acordó un candidato de consenso, Panamá.

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