Nuestros vecinos
Política exterior regional y las relaciones con Argentina 29 tivo que señale y fortalezca los temas y puntos de convergencia, tanto a nivel de la política multilateral como de la regional. Por último, fortalecer la percepción de que Chile es y será un país políticamente latinoamericano y comprometido con el destino y las agendas sudamericanas que no interfieran con sus objetivos de políticas públicas más generales. Hay que elimi- nar la idea, en los socios y vecinos sudamericanos –en especial del Mercosur– de que Chile no tiene interés en acercarse a ellos políticamente. Es paradójico que aquello que los sectores de opinión informada le cuestionan, tanto en Argentina como en Brasil, sea su excluyente preocupación sobre los temas comerciales. Llama la atención el hecho que el cuestionamiento que se hace a Chile es justamente su condición de «asociado» para no comprometerse con el arancel externo común, cuestión que justamente toca al tema «comercial». Sin embargo, Chile ha reiterado su interés en que el Mercosur avance en temas políticos e institucionales, expresando su compromiso en este sentido. Esta paradoja señala que la posición de Chile es lógicamente coincidente con esa visión crítica que otras sociedades nacionales tienen sobre el Mercosur, lo que debería contribuir a acercar posiciones para avanzar en los temas políticos y de cooperación; sin embargo, lo que sucede es lo inverso. Contribuiría a este objetivo establecer una unidad operacional, a nivel de área u oficina, que se ocupara de Mercosur, pero que no se confunda con lo que constitu- ye específicamente la representación ante ALADI ni temáticamente con cuestiones arancelarias y comerciales; que fuera adscripta a la embajada en Buenos Aires. Su preocupación sustancial debería ser el seguimiento y acompañamiento de las polí- ticas exteriores de los países miembros en sus relaciones con el bloque y las relacio- nes internacionales del Mercosur en su conjunto, que van mucho más allá de lo que los países en específico hacen en sus relaciones bilaterales y multilaterales. Esto podría ser visto como un compromiso de trabajar unitariamente con el bloque, al tiempo que contribuiría con un acercamiento permanente que tuviera una visión de conjunto sobre esas relaciones internacionales. Las características sui generis del federalismo argentino indican que el Embaja- dor chileno no debe ser «Embajador en Buenos Aires», sino en todo el país, lo que se debe acompañar de una más relevante inserción de los Consulados (en particu- lar los Generales) en la vida de sus respectivas jurisdicciones. Es sorprendente al respecto que en muchas de éstas la población argentina desconoce que haya una representación consular. Las iniciativas en este sentido deberían comprender la pre- sencia e impulso de actividades de promoción e información, con un involucramiento relevante en la vida socio-económica, cultural y científica de las jurisdicciones. Se debe comprender que la sociedad argentina es más diversa y socialmente más flexi- ble, por lo cual la actuación diplomática no necesariamente debe reflejar el com- portamiento socio-cultural al que se es habitual dentro de la sociedad chilena. De- bería entonces impulsarse una gran cooperación que involucre a sectores influyen- tes de la sociedad argentina que se caracterizan por su nivel de información, forma- ción profesional y actuación en organizaciones e instituciones, porque ellos inciden en la política gubernamental e influyen sobre la opinión pública y ambas sobre el mundo político general. Hay que promover un mayor conocimiento sobre Chile, su política exterior, su
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