Nuestros vecinos
Loreto Correa Vera 272 actualidad, aún se carece de una interpretación endógena de las formas de las relaciones internacionales a principios del siglo XX para América Latina, no obs- tante entre 1880 y 1914, se definen prácticamente la totalidad de los límites en América del Sur, temática que ha sido recogida por el enfoque realista en el marco de las relaciones internacionales, y que sólo ha permitido responder parcialmente a procesos como este desde una perspectiva bismarkiana eurocéntrica. (Pereira: 2001). Ahora, lo central es que la historia del Tratado de 1904 ha sido relatada mayoritariamente desde la perspectiva jurídico/política y que ha soslayado otros contextos que influían en las relaciones internacionales en aquellos años. Desde los años sesenta la historiografía chilena ha ignorado persistentemente el malestar bo- liviano hacia el contenido del Tratado, sin efectuar una investigación acuciosa de fuentes que aporten una mayor cantidad de elementos interpretativos sobre la fir- ma del mismo. A su vez, los intelectuales bolivianos han respondido con innumera- bles obras buscando dilucidar hechos históricos, aclarar conceptos jurídicos y reite- rar el derecho a un acceso propio al mar. 7 Lo que salta a la vista es que en la práctica, aún no existen estudios que contextualicen los contenidos del Tratado con otros intereses que pudieran haber estado presentes en el período y que incor- poren el marco del capitalismo internacional o los intereses de la industria del estaño boliviano a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. 8 b. Aguas del Silala Otra fuente de conflictos histórico entre ambos países es el tema de aguas fron- terizas que tienen Chile y Bolivia. Así, el centro de este tema radica en la determina- ción de si las aguas del Silala provienen de una vertiente y/o un río. Este es el segundo tema en importancia en el conflicto binacional. 9 La disputa surge después de la Guerra del Pacífico, concretamente en enero de 1888, cuando durante la presidencia de Balmaceda se dicta una ley concediendo a la compañía boliviana Huanchaca, -productora de estaño- la posibilidad de obte- ner aguas para proveer a los territorios chilenos de agua del rí–o Loa, curso de agua que alimenta los poblados ubicados en la costa chilena y sobre todo la actividad minera del norte chileno. En 1908 Bolivia hizo la concesión gratuita a la empresa anglo - chilena The Antofagasta and Bolivian Railway de aguas cordilleranas a la altura de la actual Segunda Región del Chile, concesión que caduca en el año 1997. Pero, en 1908, cuando la Bolivian Railway logra obtener de la Prefectura de Potosí– la concesión de las aguas del «Siloli» (nombre que tiene en Chile el SILALA) para alimentar las locomotoras a vapor que en ese entonces operaban, la ruta Boli- via-Chile, se observa la necesidad de construir una canalización de los manantiales que afloran en la zona a los 68 grados oeste y 22 grados 10' longitud sur, con acueductos y una represa en territorio boliviano casi a los 4.500 metros de altura (hitos 74 y 73). 7 Gumucio Granier, Jorge, Estados Unidos y el mar boliviano », La Paz, 2005, p. 22. 8 En ese plan es que se desarrolla la segunda parte de esta investigación que es justamente la que pertenece al Proyecto Fondecyt Nº 1050194. 9 Ver más adelante trabajo de Cristián Faundes en página 375.
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