Nuestros vecinos

Loreto Correa Vera 268 aspectos. Por un lado la tendencia de la economía mundial a la construcción de megabloques económicos y comerciales. En segundo término, la creación de Mercosur o la redefinición que el Pacto Andino hiciera de su trabajo intensifican- do la apertura de la económica regional, creando un espacio favorable para el desarrollo de zonas de libre comercio, uniones aduaneras o para colocar la base de futuros mercados comunes. En tercer lugar, la tenaz búsqueda de un espacio polí- tico propicio a la unidad política, económica y social que generase el respeto hacia la coexistencia de regímenes democráticos, después de un largo período de regíme- nes autoritarios. La interpretación decenal era que en éste contexto, se hacía ventajoso impulsar alternativas viables para lograr una mayor y más fluida apertura comercial entre países vecinos, aprovechando así, un mercado vecinal seguro donde se pudiera ofertar producciones nacionales, y sin las fuertes restricciones y barreras impuestas desde el mundo desarrollado. Así, desde 1989, se reorganizaron bajo esos nuevos parámetros el Grupo Andino que, en 1996, se transformó en Comunidad Andina de Naciones (CAN); el Merca- do Común Centroamericano y la Comunidad del Caribe; por otra parte surgió el Mercado Común del Sur, que tiene sus antecedentes en 1986, con los acuerdos alcanzados entre Argentina y Brasil en el marco de la ALADI, y en 1994 la Asocia- ción de Estados del Caribe. Desde entonces estas agrupaciones variaron en cuanto a sus contenidos y orien- taciones, bajo un escenario de regionalismo abierto propuesto desde la CEPAL y reafirmado por los organismos de cooperación económica y financiera internacio- nales. En general se ha buscado armonizar las políticas de desarrollo productivo con equidad y su relación con los medios adecuados para la inserción regional en los mercados mundiales, asunto que como se sabe no opera igual en todos los paí–ses de la región y tampoco con las mismas ventajas. Ello, por cuanto la incorporación en el sistema toma como línea matriz las reformas estructurales en los países, tema crucial en el marco de la integración y pocas veces visto en profundidad. En esta última etapa del siglo XX, desde 1995 aproximadamente, se ha venido haciendo cada vez más imperativo armonizar, compatibilizar, aclarar y construir políticas de Estado cooperativas, dejar atrás rencillas históricas y aunar esfuerzos por hacer votos por crear esquemas de pensamiento y dinámicas de trabajo que pongan en primer plano la búsqueda de soluciones para los múltiples problemas y procesos inconclusos en la región latinoamericana, cuales son la superación de las condiciones y calidad de vida de sus habitantes. (CEPAL 2003, XIII Cumbre Ibero- americana 2003, Declaración de Santa Cruz). En este sentido, la vía bilateral con la firma de múltiples acuerdos se ha venido convirtiendo en un soporte para el avance de los distintos procesos de integración y, dentro de ellos, la tendencia a la búsqueda de la disminución de los conflictos y disputas limítrofes-fronterizas existentes en gran parte de los países latinoamericanos, En este ambiente político democrático favorable al fomento de la integración multi y bilateral, dispuesto a solucionar de manera pacífica controversias, a propi- ciar el establecimiento de condiciones estimuladoras de la libre movilidad de fac- tores productivos, a través de las fronteras de los países que se asocian para inte- grarse y calificados por el SELA (1992), como requisitos consustanciales de la

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