Nuestros vecinos
Loreto Correa Vera 266 de acciones de trabajo conjunto en el plano de la investigación que van más allá de los Estados. Remover el pasado, que es complejo, está demostrado que resulta necesario, cuando las consecuencias del silencio son los obstáculos de un futuro compartido más sano. Pero a su vez, el hecho de reescribir y planteamos que se realice de manera conjunta, no implica necesariamente que sea un insumo válido en las relaciones internacionales. Esto sería condicionante, y no lo planteamos para ello. Investigar la memoria, acudir a nuevas perspectivas metodológicas for- ma parte de un proceso paralelo a la agenda y útil para la sociedad en su conjunto, no sólo para los argumentos de las Cancillerías. Adicionalmente, recordamos que ha sido una experiencia ya realizada con Perú, y que resta de hacerse tanto con Argentina como con Bolivia. Para ello, la noción clave e inexistente en los marcos actuales de la vinculación bi y multinacional son las medidas de confianza mutua en el marco cultural . Es por ello crucial para Chile detenerse en la memoria de ambos estados y aún cuando parezca que sobre historia, todo está dicho, lo cierto es que la historia vinculante está por hacerse. Aunque la tendencia a construir procesos de integración sea la económica, hay casos en que las barreras son tales, que a nadie convence la economí–a cuando no se confí–a en el interlocutor, se le cuestiona permanentemente y por último no se atiende lo que argumenta. Y ese es quizá el principal aspecto a trabajar en las relacio- nes entre Chile y Bolivia y esta es la principal diferencia entre construir relaciones de integración con otros bloques o países; los países vecinos, en este nuevo orden inter- nacional, no pueden seguir siendo atendidos de la misma forma que se efectuó duran- te los siglos XIX o XX. La cercanía demanda una reflexión renovada. 2. Derroteros de la integración en una historia desintegrada: ¿Desde dónde se mira a Chile y a Bolivia en Latinoamérica? En los sesenta, la integración se sustenta en la caracterización teórica de la supe- ración de la condición oposición centro-periferia, así como en la aplicación de la política de sustitución de importaciones que procuraba fortalecer el desarrollo in- dustrial con la protección de los mercados internos, centrando el debate en relación al desarrollo hacia dentro como una estrategia de superación del subdesarrollo. En esa lectura, los procesos integradores respondían históricamente en el siglo XX a la lógica tradicional de la integración económica aunque, además, se adver- tía un carácter defensivo en el sentido en que constituían una estrategia colectiva para reducir la dependencia exterior y los desafíos que esta planteaba en el marco de la Guerra Fría. Siguiendo el modelo europeo de zonas de libre comercio, la estrategia propendía a alcanzar la creación del mercado común latinoamericano. No obstante, tal como se ha venido señalando en diversos estudios que han analizado esta situación, los procesos y las diversas agrupaciones regionales y subregionales, no lograron los objetivos propuestos. La existencia de regímenes militares y dictatoriales en casi todos los países del subcontinente, esencialmente de características nacionalistas y populistas, sustentan muchas de las acciones en los conflictos fronterizos hereda- dos del pasado y frecuentemente fueron utilizados como elementos distractores de
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