Nuestros vecinos

Loreto Correa Vera 262 regional ya sea de manera formal o informal, y la importancia de elevar los proce- sos de acercamiento vecinales bajo una mirada solidaria. Los avances, notorios con Argentina, son aún escasos con Perú y con Bolivia. Ahora bien, el tema que subyace a estas perspectivas, radica en una considera- ción de fondo que el Estado chileno debe realizarse y esta es si es el actual estado de la democracia chilena permite superar el statu quo que se maneja en materia de política exterior vecinal y si éste Estado se encuentra dispuesto a conceder cambios. El tema no es sencillo, tiene aristas que conciernen al Ejecutivo y al Legislativo. Por su parte, Bolivia tiene un reto similar y diferente. El primero atraviesa el fortalecimiento democrático del país, que incida en las confianzas mutuas y el se- gundo, en el establecimiento de un diálogo efectivamente sin exclusiones, argumen- to que no sólo es válido de exigirse para Chile, sino para que sea la propia Bolivia la que considere cambiar un discurso, abrir los espacios de intercambio en la socie- dad civil y optimizar los canales de comunicación que permitan superar también el profundo rencor intelectual y político que se ha construido en torno a Chile. Hacia una caracterización de las relaciones desde la integración Una primera aproximación a los temas de la integración guarda relación con los aportes que la escuela de la CEPAL incorpora a las posibilidades que la integración ofrecía a los países de la región. En ese sentido, generalmente se ha aceptado que la confluencia de políticas públicas tendientes a la homogenización de los tratamien- tos aduaneros, arancelarios, de preferencias generales, de libre tránsito, entre otras, son el principal camino por medio del cual, los países latinoamericanos debieran trazar sus estructuras de integración. Sin cuestionar la estrategia, y en el plano de la consecución de los objetivos propios de la integración, la lectura económica, no ha dado los resultados esperados no sólo por la lentitud de aplicación, sino también porque en términos prácticos, cada Estado debe lidiar con sus propias institucio- nes para implementar políticas, normas, mecanismos y líneas comunes de trabajo. Amén de lo anterior, en forma paralela están los condicionamientos externos, tales como recesiones, crisis económicas internacionales, procesos de consolidación de- mocráticos y diversos niveles de inclusión social. Es justamente en esta lectura, que la integración cultural debe definirse, estructurarse y plasmarse intencionalmente como el mecanismo sobre el cual puede construirse en el largo plazo, en marcos democráticos, de respecto de los derechos humanos y de la biodiversidad, un mundo de posibilidades en un derrotero común en el que se pongan de relieve las fortalezas democráticas, la inclusión social, la superación de los nacionalismos y la importancia de la justicia social. Esta lectura, es particularmente importante entre Estados que poseen relaciones bilaterales deficitarias, pero es tan reciente que se encuentra en vías de construcción. Como es de público conocimiento, crítica y debate han sido la tónica permanente entre chilenos y bolivianos desde hace muchos años. En Chile, el nivel de trascenden- cia de los asuntos relacionados con Bolivia ha determinado sólo en el último quin- quenio y por primera vez, varias primeras planas en los principales y tradicionales medios de comunicación escritos, amén de largos comentarios en un país que a me-

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