Nuestros vecinos
Carlos Bustos 230 Cuando después de la firma del Tratado de 1904 se produce la sorpresiva decla- ración boliviana de 1910 nuevamente encontramos que Arica juega un rol funda- mental. Como destaca Escobari Cusicanqui el Canciller Daniel Sánchez Bustamante sostiene que «Tacna y Arica para Bolivia tienen importancia efectiva» «mientras que para Chile y Perú esos territorios sólo revisten interés histórico». ¿Qué pasó con el litoral atacameño sobre el que efectivamente Bolivia tuvo títulos indiscuti- bles fundados en los acuerdos con Chile de 1866 y 1874? Cuando Bolivia trata de terciar en el debate chileno-peruano que desemboca en el arbitraje del Presidente de los Estados Unidos y cuando se plantea poco después la llamada «proposición Kellogg», nuevamente la atención está puesta en Arica y Tacna. En los diálogos y negociaciones posteriores siempre estuvo presente en forma destacada el interés de Bolivia en Arica. En los meses posteriores a la crisis del Lauca, el Canciller Fellman Velarde soste- nía que la solución de las aspiraciones bolivianas podría buscarse a través de una fórmula que no interrumpiera la continuidad del territorio chileno. ¿Por dónde se evita esta interrupción? En las conversaciones de Charaña, el énfasis quedó puesto en un corredor al norte de Arica, después de haberse rechazado por Chile alternativas relativas a eventuales enclaves. En 1986-87, nuevamente el énfasis de las autoridades de La Paz –con un enfoque que no fue lo suficientemente fresco– se ubica en el extremo norte. Los últimos gobiernos bolivianos –Mesa y Rodríguez– también fijaron su vista en Arica. No se ha escuchado alegato alguno en relación con las posiciones conoci- das en una época en Bolivia como «reivindicacionistas», encaminadas a recuperar las áreas que obtuvo ese país en 1866 y 1874, entre el río Loa y el paralelo 24 °. Aparece claro, en consecuencia, que en las distintas negociaciones bilaterales, a lo largo de más de un siglo, la meta de los sucesivos gobiernos de La Paz ha estado fijada en el extremo norte de Chile, y no en las regiones respecto de las cuales les fueron reconocidos derechos en 1866 y 1874. G. Una «política de Estado» en Chile Parece obvio reconocer que –como se ha señalado– existe una gran diferencia en el enfoque que chilenos y bolivianos tienen en relación con esta materia. Para los bolivianos el tema portuario o marítimo es un elemento fundamental de su política exterior, que goza de las más altas y explicables prioridades. Para los chilenos lo fundamental ha sido el anhelo de tener una buena y cons- tructiva relación con todos sus vecinos, y entre ellos con Bolivia, pero respecto de la cuestión marítima la idea general ha sido que se trata de un tema jurídicamente cerrado en 1904 y respecto del cual sólo podría pensarse en ampliar o hacer más expeditas, en la medida de lo posible, las facilidades concedidas a Bolivia hace casi cien años. En varias ocasiones, sin embargo, los gobiernos de turno han formulado ofreci- mientos a Bolivia que sin lugar a dudas han sido planteados con la mejor disposi- ción y voluntad, entendiendo que es conveniente para el país y para la región que haya armonía entre estos vecinos. Sin perjuicio de ello, cabría presumir que no
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