Nuestros vecinos
Dos siglos de relaciones chileno-bolivianas 229 que fue un antecedente directo de la guerra del Pacífico, si no hubiera confiado en que además de tener a su lado al Perú podía albergar la esperanza de que Argentina pudiera unirse a una alianza en contra de Chile, uniéndose al pacto de 1873. Las negociaciones chileno-argentinas que conducirían un par de años después a la fir- ma de un Tratado de Límites atravesaban en 1878-1879 por desencuentros y difi- cultades de todos conocidos. También podría sostenerse que las negociaciones de 1895 pudieron haber tenido un final más feliz si no hubiera sido porque en la etapa en que el Parlamento boli- viano estudiaba los tratados se estaba viviendo, otra vez, una muy compleja rela- ción chileno-argentina, que no estimulaba a La Paz a cerrar nada con Chile, sino más bien la inducía a ilusionarse con escenarios complicados en el cono sur que podrían afectar la capacidad negociadora de Chile en el noreste. Hay elementos de juicio claros, que se señalaron antes, para pensar que Bolivia no habría dado los pasos que dio a partir de la gestión de Felix Avelino Aramayo y, por consiguiente, no habría firmado el Tratado de 1904 si no hubiera considerado que los escenarios de conflicto chileno-argentino quedaban atrás al firmarse los históricos pactos de Mayo de 1902 y al culminar satisfactoriamente el arbitraje británico iniciado en 1898. Cabe presumir, en otro momento de la relación bilateral, que la brusca decisión del Presidente Banzer de cortar relaciones y el diálogo con Chile en marzo de 1978 podría haberse visto influenciada por la apreciación de que Chile y Argentina se precipitaban a un conflicto a raíz de la decisión de Buenos Aires de declarar insanablemente nulo el Laudo del Beagle algunas semanas antes. En esos mismos días, no sólo Banzer sino las opiniones públicas de Bolivia, Argentina y Chile, y posiblemente de muchos otros países, apreciaban que los trabajos de la Comisión I del Acta de Puerto Montt (grupo de «distensión») no registraban avances significa- tivos. Años después, la apertura de Paz Estenssoro en 1986 y su «enfoque fresco» que no fue tal, podría haber estado estimulado con el antecedente del Tratado chileno- argentino de Paz y Amistad de 1984, que borraba casi definitivamente las posibili- dades de entrever alguna hipótesis de conflicto entre Santiago y Buenos Aires. F. Arica: polo permanente y preferente de interés de Bolivia Está claro que el gran interés de Bolivia ha sido una salida al mar por Arica. Los territorios que le pertenecieron a raíz de los entendimientos de 1866, ratificados en 1874, es decir las áreas que se encuentran entre el río Loa y el paralelo 24 º no siempre concitaron un interés o atención especial de parte de los sucesivos gobier- nos bolivianos. En cambio, Arica fue ya desde la época colonial «el puerto principal del sur del virreinato del Perú debido a sus apropiadas condiciones para atender las necesida- des del centro minero de Potosí», según el estudioso peruano Arturo Jarama en un estudio titulado «El Perú la Cuestión Portuaria Boliviana en el Siglo XIX. Factores de Intestabilidad», aparecido en la publicación «Política Internacional» de la Can- cillería peruana, de julio-septiembre de 1998.
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