Nuestros vecinos
Dos siglos de relaciones chileno-bolivianas 217 lo largo de la costa y 15 kilómetros de profundidad, en zonas apropiadas a deter- minarse, alternativamente, próximas a Iquique, Antofagasta o Piragua 19 . Chile aceptó entregar a Bolivia una franja al norte de Arica. Lo anterior con compensaciones territoriales. La idea de enclaves al sur fue de inmediato rechazada y descartada. El Embajador boliviano por Nota 681/108 del 16 de diciembre de 1975, mani- festó lo siguiente: «Cumplo también en agradecer a Vuestro Gobierno, en nombre del Gobierno de Bolivia, la decisión expresada por el Excelentísimo Señor Presiden- te de la República, Gral. D. Augusto Pinochet Ugarte, mediante el Señor Ministro de Relaciones Exteriores, de conceder a Bolivia una costa marítima soberana, uni- da al territorio boliviano por una faja territorial igualmente soberana» 20 . Se hizo en ese momento la consulta al Perú que correspondía de acuerdo al artículo primero del Protocolo Complementario del Tratado de 1929. Se entendía que Perú debía contestar positiva o negativamente. Hubo dos rondas de conversa- ciones con participación, por Chile, de Enrique Bernstein y Julio Philippi. El Perú estuvo representado por el entonces Secretario General de Torre Tagle y después embajador en Chile Luis Marchand. Lima –en vez de contestar si o no, como se esperaba– formuló una sorprendente contrapropuesta sugiriendo: a) la cesión a Bolivia de un corredor soberano por el norte de la provincia de Arica, paralelo a la línea de la Concordia, que se iniciaría en la frontera boliviano- chilena y se prolongaría hasta la carretera de Arica a Tacna; b) el establecimiento en la provincia de Arica, a continuación del corredor, de un área territorial bajo soberanía compartida de los tres Estados: Chile, Perú y Bolivia. c) Concesión a Bolivia del derecho a construir un puerto bajo su exclusiva sobe- ranía, en el litoral del trapecio. d) Soberanía exclusiva de Bolivia sobre el mar adyacente al litoral del territorio bajo soberanía compartida, lo que significaría que Bolivia tendría mar pero no costa propia. e) Constitución de una administración portuaria trinacional en el puerto de Arica. f) establecimiento por los tres países de un polo de desarrollo económico bajo soberanía compartida. Este planteamiento no podía sino ser rechazado por Chile ya que, de una u otra manera, constituía una reapertura de situaciones ya superadas con el Tratado de Lima de 1929. Un elemento interesante se refiere al hecho de que el acuerdo que se había alcan- zado entre Chile y Bolivia contemplaba, como hemos dicho, la cesión a ese país de un espacio marítimo entre el que coincidía con el punto en que la Línea de la Con- cordia llegaba al mar, constituyendo la partida del límite marítimo establecido en 1952 y 1954, y el paralelo que partía del punto en que tocaba el mar el límite sur del eventual corredor soberano de Bolivia. 19 M. de RR.EE . de Chile, Historia de las Negociaciones chileno-bolivianas. 1975-1978 , p. 42. 20 M. de RR.EE. de Chile, Historia de las Negociaciones chileno-bolivianas. 1975-1978 , p. 143.
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