Nuestros vecinos

Carlos Bustos 212 haber sido provechosas, quedó abruptamente sin concretarse un desplazamiento a Santiago del Canciller de Bolivia. Esta situación impulsó al Presidente Jorge Alessandri a dar la orden de abrir las compuertas para iniciar sin nuevas dilaciones el aprovechamiento parcial de las aguas del Lauca, lo que se concretó, en un clima cargado de acusaciones y tergiversaciones de parte de Bolivia, a las 0,30 hs. del domingo 15 de abril. El 16 de abril de 1962 el Canciller Fellman Velarde de Bolivia entregó a la pren- sa un comunicado expresando que la medida adoptada por el Gobierno de Chile, de desviar parte de las aguas del río Lauca, constituía «un acto de agresión» en contra de Bolivia, agregando que su Gobierno había informado a la OEA sobre la «inminencia» de esta acción y que en las próximas horas denunciaría «la consuma- ción de la agresión chilena a la O.E.A. para que ese organismo tome las medidas a que está obligado por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca» 13 . No era difícil acreditar la carencia de fundamento de las aseveraciones bolivia- nas. Había algunas que caían por su peso, como que Chile había interrumpido el diálogo en circunstancias de que había sido el Canciller de Bolivia el que intempes- tivamente había cancelado un viaje a Santiago para conversar precisamente sobre este tema. Por otra parte, Bolivia desconocía que es un elemento de la esencia de un río internacional –o en otras palabras de «un recurso hídrico compartido» – es ser pre- cisamente eso: compartido . Años después Bolivia incurriría en inconsecuencias aún más extremas en el tra- tamiento del tema del Río Silala. Bolivia recurrió a la OEA. El 13 de abril –antes de que Chile procediera a la captación de parte de las aguas– Bolivia había hecho llegar una nota al Presidente del Consejo de la O.E.A., afirmando que existía una amenaza inminente de agre- sión a su integridad territorial por parte de Chile, haciendo presente que el caudal de ese río (Lauca) que ingresa a Bolivia es parte de su patrimonio territorial y no puede aceptar que otro país lo vulnere por sí y ante sí. El día 17 de abril –cuarenta y ocho horas después de que Bolivia había decidido suspender sus relaciones diplomáticas con Chile– el Canciller Fellman Velarde co- municaba al Presidente del Consejo que la agresión chilena había sido «consuma- da» y solicitaba la inmediata convocatoria del Organo de Consulta previsto en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). En su comunicación, dejando de manifiesto una vez más la vinculación que Bo- livia había dado al Lauca con el tema marítimo, Fellman Velarde señalaba lo si- guiente: «Sea ésta una solemne oportunidad para llevar una vez más ante la con- ciencia de América la grave injusticia que pesa sobre el pueblo boliviano y que impide que en igualdad de condiciones a los demás pueblos hermanos del continen- te, acelere y alcance los objetivos de un mayor desarrollo y un mejor bienestar» 14 . En definitiva, en el mes de mayo, el Consejo de la OEA aprobó una resolución que en la práctica constituyó un rechazo de los planteamientos de Bolivia. El organismo no aceptó la convocatoria al órgano de consulta, lo que obviamente debía interpretarse 13 La demanda marítima boliviana en los foros internacionales , pág. 73. 14 Ibid. , pág. 76.

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