Nuestros vecinos
Dos siglos de relaciones chileno-bolivianas 205 presentarse como candidato a la Presidencia de la República, en 1903, había desta- cado como punto importante de su programa de Gobierno las bases del Tratado de Paz con Chile, obteniendo en las urnas el más amplio triunfo electoral que recuerda la historia política boliviana de la época, volvió pocos años después a la Primera Magistratura de la Nación. El canciller de Bolivia cuando se firmó el tratado, Sr. Eleodoro Villazón, fue elegido Presidente en el siguiente período presidencial. D. Félix Avelino Aramayo y D. Alberto Gutiérrez recibieron importantes misiones en los sucesivos gobiernos de su país. Las bases del Tratado de 1904, incluida la re- nuncia a puerto, por consiguiente, recibieron así un amplio respaldo popular que de una u otra manera alcanza características de un virtual «referéndum». No se podría comprender que un pueblo responsable, una nación seria, hubiere elevado a los referidos gobernantes y dirigentes a la más alta dignidad nacional, confiándoles la dirección de los destinos del Estado, si hubieran sido protagonistas de actos que después se pretendió calificarlos como contrarios a los intereses de Bolivia. 3. Las facilidades de ferrocarriles y de libre tránsito otorgadas a Bolivia pasaron a ser las más amplias que país mediterráneo alguno tendría en el siglo XX a través de Estados con litoral. Seis años después de renunciar al mar Bolivia replantea aspiración portuaria En abril de 1910 el Gobierno de Bolivia, a través de su Canciller, Sr. Daniel Sánchez de Bustamante, dirigía una Circular a las Cancillerías de Santiago y Lima, manifestando que: «Bolivia no puede vivir aislada del mar; ahora y siempre, en la medida de sus fuerzas, hará cuanto le sea posible por llegar a poseer un puerto cómodo sobre el Pacífico; y no podrá resignarse jamás a la inacción cada vez que se agite este asunto de Tacna y Arica que compromete las bases de su existencia » (subrayado nuestro). Más adelante, analizando la situación existente en la región, análisis centrado en el debate chileno-peruano sobre Tacna y Arica, manifestaba que confiaban que algún día «los hechos y las altas previsiones impondrían la única solución posible de este grave problema sudamericano: la incorporación definitiva de todo o parte de Tacna y Arica al Alto Perú». El documento boliviano manifestaba que «...dentro del pensamiento esencial que sería la entrega de un puerto a Bolivia, y como consecuencia directa de la desaparición de la vecindad fronteriza entre el Perú y Chile, cabrían múltiples for- mas de acuerdo, con las cuales la diplomacia podría conciliar y sellar para siempre, y con vínculos indestructibles, los intereses y las aspiraciones de cada uno de los beligerantes en la guerra del Pacífico». Concluía manifestando: «El Gabinete de La Paz estaría dispuesto a proponer bases y compensaciones satisfactorias a los de Santiago y Lima, siempre que ellos quisieran abrir las gestiones del caso y que contemplasen la actitud de Bolivia con justiciero espíritu».
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